Si pensaste que las cajitas de metal de las galletas eran sólo para ser reutilizadas como costurero, estabas equivocado. El producto que está en cientos de casas en todo el mundo, tiene una finalidad especÍfica que muy pocos conocen.

El modelo del empaque viene de la empresa danesa Kjeldsen, especializada en fabricar galletas desde 1933. Ellos comenzaron a enlatarlas cuando éstas se transformaron en un objeto de exportación.

“Desde el principio fue uno de los productos gastronómicos que más exportaba Dinamarca, así que se ideó el formato de lata redonda para mantener su frescura y evitar que se rompieran en sus largos viajes por el mundo“, reveló un portavoz de la empresa Kelsen
-actual dueño de la antigua marca- al portal español Verne.

¿Pero cómo se convirtió en un costurero? También hay una respuesta para ello y es nada menos que debido al material del que está fabricada la caja, ya que al ser de metal permite encontrar las agujas de forma más rápida que en otros lugares.

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Un símbolo nacional

A principios del siglo XX, la exportación de galletas se convirtió en uno de los principales negocios de Dinamarca, siendo las de mantequilla las más requeridas por el público.

Su éxito se debe a que no se trata de un alimento que sea adquirido por cierto sector de la población, sino que por todos quienes lo desean. “Es un producto que ha acompañado a los daneses durante décadas. Aparece en la mesa en Navidad o en las reuniones familiares”, señaló el chef danés Andreas Vig.

Fue tal la internacionalización de este producto, que ya ni siquiera en Dinamarca se les llama por su nombre småkager, sino que les dice por su nombre en inglés: danish butter cookies .

Hoy se pueden encontrar en mercados tan importantes como los de China y Hong Kong.