La siguiente no es una historia de zombies ni de muertos vivientes ni nada parecido. Es el relato real de la vida de Yannis Diamantis, un hombre que lleva luchando 14 años contra la burocracia griega para que lo declaren “vivo”.
En 2003 Diamantis se dirigió, como todo cuidadano, a ejercer su derecho a voto en las elecciones legislativas del país… pero no pudo sufragar. El sistema arrojaba que él estaba muerto.
Tal parece que hubo una confusión con otro hombre que sí falleció, que tenía el mismo nombre y apellido, y que también sus progenitores compartían los nombres. Lo único distinto que tenían era la fecha de nacimiento, aunque ese dato todos lo pasaron por alto.
De acuerdo al medio PrimeraHora, el caso ha sido un dolor de cabeza para Diamantis, pues ha apelado a la justicia helena en innumerables ocasiones sin éxito, pues aseguran que los que deben presentar el requerimiento son los familiares, no… un muerto.
Incluso le han llegado a preguntar a su esposa si “está segura que ese hombre es su marido?”.
Fuera de las consecuencias evidentes: no poder ejercer el voto en ninguna elección, por ejemplo; el hijo de Diamantis no está cubierto por ningún seguro médico, a pesar de que se han pagado todos los impuestos que exige la ley.
Y claro, a Hacienda no le importa que esté vivo o muerto, igual recibe los dineros.
Por otro lado, tampoco puede aceptar la herencia de su padre, quien murió en 2015, por lo que eventualmente será sancionado con una multa por retraso. Además, la familia no puede recibir ningún tipo de ayuda del Estado y, por el “limbo” legal, su mujer no puede percibir ningún peso de pensión.
Aunque no todo es malo, pues al hacer público su caso, un abogado de su país se ofreció a representarlo ante los tribunales de forma totalmente gratuita.
Casos en Chile
En 2006, Óscar Norambuena de 36 años fue declarado muerto en la Fiscalía. Él notó esta situación luego de sufrir un accidente de moto mientras trabajaba como repartidor de sushi.
Se dirigió hasta el Ministerio Público para encontrar responsables, pero le dijeron que él “murió”. De todas formas, en el Registro Civil figuraba como vivo, por lo que el error era del órgano persecutor.
Por otro lado, en 2014 se conoció el caso de Raúl Huenul, quien se percató de que fue declarado muerto por el Registro Civil cuando intentó realizar la transferencia de un auto que era de su propiedad.
Todo ocurrió luego que las autoridades confundieran el fallecimiento de su hermano, que tenía el mismo nombre.