El estudio expuso al molusco a diferentes temperaturas, estudiando su reacción y capacidad de sobrevivencia a las condiciones de la zona antártica.

Las condiciones adversas que caracterizan a la Antártica permiten que solo fauna nativa de la zona puedan sobrevivir a ese tipo de factores. El chorito podría llegar a cambiar esa realidad e invadir el territorio, según un reciente estudio.

Se trata de un análisis publicado en la revista Science of The Total Environment, el cual plantea que el molusco que habita en el sur de Chile podría adaptarse, según las proyecciones de temperatura del continente polar.

Y es que el cambio climático y el alza de la temperatura de la Tierra van cambiando de manera constante el panorama antártico. De hecho, el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de EE.UU, alertó hacia fines del año pasado que el agua del mar congelada registró su máximo más bajo entre 1979 y 2023.

En ese sentido, se advirtió que el hielo marino de la Antártica tuvo su reducción más drástica en más de 40 años al finalizar el invierno austral, época en la que normalmente registra su superficie máxima del año.

En consecuencia, el aumento de la temperatura en la zona no solo trae las consecuencias tan comentadas a nivel climático, como el aumento del nivel del mar, sino también el posible arribo de especies invasoras a ese continente. Uno de ellos podría ser el chorito (Mytilus Chilensis).

Este molusco, del cual Chile es el primer exportador en el mundo, presentó características favorables de sobrevivencia al ser sometidos a diferentes condiciones de temperatura presentes en la Antártica.

¿Qué causaría la invasión del chorito en la Antártica?

De acuerdo al estudio, el océano Antártico y la Corriente Circumpolar Antártica crean una barrera natural que impide la colonización de especies que no sean nativas en los ecosistemas marinos del continente.

Con las condiciones actuales y las que se proyectan bajo el cambio climático, los choritos del experimento fueron expuestos a 4 variaciones de temperatura: -1,5°C (invierno antártico), 2°C (verano antártico), 4 °C (aumento proyectado) y 8 °C (temperatura de control).

La respuesta de los mejillones fue evaluada durante 80 días. Luego de este periodo, los resultados mostraron una tolerancia positiva a las temperaturas evaluadas. Sin embargo, algunos de los moluscos experimentaron una menor tasa de alimentación y un margen negativo para el crecimiento durante una buena parte de la exposición a -1,5 °C.

Esto sugiere que la temperatura del invierno antártico representa una barrera ambiental para el chorito. No obstante, sí logró adaptarse a condiciones de mayores grados. Por lo que el análisis hace entrever que podría haber cambios considerando las proyecciones climáticas.

Al respecto, el estudio concluye que “estos resultados sugieren fuertemente que la Península Antártica Occidental podría convertirse en parte del rango de distribución de Mytilus, especialmente con la dispersión ayudada por el aumento de la actividad de transporte marítimo a través del Océano Austral”.