Enamorarse corresponde a un momento vital, en el que se espera vivir una experiencia que nutra una relación afectiva.
Aunque muchas veces por diversos factores, ya sea por traumas amorosos o decepciones, esta vivencia provoca una serie de situaciones inesperadas.
Algunas personas pueden desarrollar un grado de desconfianza hacia sí mismos y hacia su capacidad de escoger parejas que sean buenas para ellas o ellos, aumentando el temor a repetir errores y que se bloqueen emocionalmente, lo cual influye en la autoestima, disminuyéndola de forma significativa.
De igual forma, esta situación puede llevar a las personas a experimentar congelación afectiva. En conversación con BBCL, la psicóloga Marcia Stuardo del Centro de Vida Saludable de la Universidad de Concepción, explica que un evento así puede ocasionar un profundo impacto en las relaciones afectivas.
Además, si hay una condición de base, esto puede afectar de manera más alarmante, ya que los cuadros ansiosos y depresivos pueden generar interpretaciones erróneas de la realidad y en personas sensibles al rechazo, con altas expectativas en el amor o bien, dificultades en la gestión de sus emociones, aumentando el miedo y la angustia al establecer nuevas relaciones.
Inclusive puede provocar miedo al pensar que podría ocurrir nuevamente.
Reconectar con el proceso de enamoramiento
El experimentar un congelamiento afectivo, puede ser un poco doloroso y largo, pero procesar y validar el dolor previo puede ayudar a identificar los patrones y aspectos a mejorar, como también saber qué buscar y que no en una relación sana.
Por ello, trabajar la autoestima y la autocompasión es fundamental, menciona Stuardo a la presente redacción.
“A veces pasamos por malos momentos e idealizamos a la persona y nos desmerecemos a nosotros mismos, por lo que reconstruir la confianza interna es sumamente importante y confiar en que puedo elegir de mejor manera esta vez y con más consciencia a mi próxima pareja para no repetir patrones inadecuados o poco sanos”, agrega la especialista.
Otro aspecto importante es reconocer el propio valor que cada uno tiene y que no depende de una relación, “confiar en que soy suficiente y una persona valiosa, esto ayuda a saber que necesito y que es lo mínimo que pido en una relación sana, estableciendo límites sanos. Esto, por otro lado, ayuda a construir los pilares para una relación sana y más saludable, ya que se trabaja desde la aceptación personal y no desde la validación externa”, enfatiza la psicóloga.
Por otra parte, abrirse paulatinamente a vivir nuevas experiencias de conexión emocional y social, sin la presión o la necesidad de establecer una vinculación inmediata, es clave sostiene Marcia Stuardo.
Si bien, puede ser frustrante al inicio, “nos puede ayudar a ajustar expectativas y a elegir más sanamente y perder el miedo a fallar”, indica. “Las expectativas realistas juegan un rol fundamental, como también el no idealizar una relación, si nos damos cuenta de una posible red flag, lo más sano es intentar cortar el vínculo lo antes posible”.
Consejos para superar el bloqueo emocional
Una posible vía para sanar, es la realización de rutinas que potencien la conexión con uno mismo para así ir poco a poco superando el bloqueo emocional.
En ese sentido, el ir exponiéndose gradualmente a vínculos sanos y nutritivos, el ampliar y conocer otros círculos también puede ser muy beneficioso, ya que estar en un mismo círculo puede reafirmar ideas o creencias que pueden mantener o fortalecer el bloqueo, pero el ampliar este círculo, ofrece la oportunidad de conocer otras realidades e incluso formas más sanas de relacionarnos, en especial si el quiebre fue doloroso, expone Stuardo.
“Una red de apoyo sana puede generar una diferencia enorme en como transitamos este proceso y en como lo afrontamos, además refuerza la confianza en que pueden existir relaciones sanas y nutritivas”, explica Stuardo.
Finalmente, Stuardo aconseja que practicar la autocompasión y la paciencia, es primordial. “No hay un tiempo definido para superar el bloqueo, pero sí es importante reconocer que no es permanente, sino un mecanismo de defensa que poco a poco irá transformándose”, complementa.
“Ser pacientes con el proceso es clave y en caso de sentir que no podemos por nuestras propias manos, solicitar ayuda e iniciar un proceso de terapia puede ser beneficioso, ya que se puede explorar creencias, heridas y patrones, buscando y aprendiendo formas más sanas de vincularnos, como también reconocer los aspectos que pueden estar creando heridas, afrontándolos de manera más sana”, cierra.
Algunas señales de alerta o red flags a las cuales poner atención son:
Falta de respeto o invalidación constante.
Conductas de control o celos excesivos.
Incapacidad para comunicarse de manera abierta y honesta.
Ausencia de responsabilidad afectiva (promesas vacías, manipulación, indiferencia).
Sensación de culpabilidad excesiva al expresar las emociones o establecer límites a la pareja.
Incongruencia entre palabras y acciones.
Desinterés en el crecimiento mutuo o en establecer límites claros.
Negación de los límites o del crecimiento en común.