Un estudio clínico, a partir de un caso de 1938, describe los extraños síntomas de un hombre que recibió un disparo en la cabeza y despertó viendo el mundo al revés.

En 1938 se registró el insólito caso clínico de un hombre que, durante la Guerra Civil Española, recibió un disparo en la cabeza y tras no sufrir una lesión letal, despertó viendo el mundo al revés. Ahora, un nuevo estudio resolvió su diagnóstico, que en la época no se logró completar.

Conocido entre la comunidad médica como “Paciente M”, el sujeto despertó de la lesión viendo a las personas y a los objetos del lado opuesto de donde estaban o triplicados, esto además afectaba en cierta medida a su oído y sentido del tacto, según recogen los registros revisados para el estudio.

El paciente podía leer letras y números correctamente, pero también al revés sin que su cerebro tuviera que esforzarse o notara alguna diferencia en ambos escritos. También veía los colores “despegados”, de sus objetos y después de la lesión, padeció daltonismo.

Los expertos de la época, según señala el estudio publicado en la revista española Neurología, catalogaron este conjunto de síntomas como “muy extraños” y no llegaron a establecer con exactitud su diagnóstico porque había conceptos que para entonces no se conocían del todo.

Sin embargo, Justo Gonzalo Rodríguez, médico que estudió de cerca al paciente, estuvo bastante cerca y ahora su hija Isabel Rodríguez, junto al neuropsicólogo Alberto García Molina, desempolvaron los archivos y alcanzaron las conclusiones, según detalla El País.

¿Cuál sería el diagnóstico del Paciente M?

El médico en cuestión, que estudió el cerebro por más de 50 años, propuso una teoría difícil de validar para esos años, cuando la comunidad científica debatía si el cerebro era “un todo” o si había límites entre las regiones de este órgano.

Basado en el Paciente M, propuso “la teoría de la dinámica cerebral”. Allí exponía que “el cerebro no era una colección de secciones distintas, sino que sus diversas funciones estaban distribuidas en gradientes a lo largo del órgano“, recoge el portal Science Alert.

Con estudios de M y otros pacientes con lesiones cerebrales, Justo Gonzalo teorizó que los efectos de una lesión cerebral dependían del tamaño y la posición de la herida. Es decir, qué zona del cerebro resultó perjudicada.

Y así, señala el nuevo estudio, demostró que en el caso del Paciente M, la lesión no dañó funciones específicas, sino que afectó en el equilibrio de una variedad de funciones.

Con esto en mente, identificaría 3 síndromes cerebrales:

1. Central, que son alteraciones en los distintos sentidos (olfato, vista, gusto, oído, tacto)

2. Paracentral, que también afecta a los sentidos con repercusiones asimétricas.

3. Marginal, afecta las vías de proyección, lo que explicaría las confusiones visuales que tenía el paciente.

“Gonzalo encuentra unos 35 casos de síndrome central y otros tantos de paracentral“, concluye el estudio.

En el central, apunta a que “cuando la intensidad del estímulo (visual) es baja, la percepción espacial es invertida o inclinada, tanto visual como táctil y auditiva”.

En la misma línea, señala que la percepción visual invertida se asocia al síndrome marginal, porque “el campo sensorial se desarrolla por un proceso integrativo que tiene su origen en la acción marginal (inversión en la retina, en el caso visual)”.

Según corroboró el medio español, el Paciente M a pesar de sus síntomas, pudo llevar una vida normal y vivió hasta 1990.