Un nuevo estudio sobre el coronavirus arrojó la presencia de células inmunes presentes en personas que tuvieron el virus, las cuales podrían durar un largo periodo de tiempo. Sin embargo, de acuerdo a los expertos, esto no significa que se deba descartar la inoculación.

La investigación publicada en la revista Nature, se basó en el análisis de 77 pacientes que tuvieron el también llamado SARS-CoV-2, ya sea de manera leve o moderada, en los cuales se detectó “que los anticuerpos decaen de forma pronunciada transcurridos los cuatro meses, pero después la reducción es más pausada y estas moléculas siguen presentes en el torrente sanguíneo hasta 11 meses después de la infección”, según información que recoge diario El País.

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La importancia de este nuevo estudio radica en que es el primero en analizar la presencia de “células plasmáticas” (tipo de célula inmunitaria que elabora una gran cantidad de un anticuerpo específico). “Este tipo de células se generan cuando un patógeno entra en el cuerpo para que puedan recordar varios rasgos característicos de este”, según detalla la investigación.

Sobre cómo esta se relaciona con el coronavirus, se trata de la proteína S que el virus utiliza para infectar a células sanas. “Pasada la infección, estas células inmunes viajan a la médula ósea y se quedan allí en estado latente. Si el virus reaparece, las células vuelven al torrente sanguíneo y comienzan a fabricar de nuevo anticuerpos contra el virus. El trabajo muestra que la gran mayoría de los pacientes a los que se pudo tomar muestras de médula ósea —15 de 18— generaron este tipo de células inmunes”, explica El País.

El inmunólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y autor principal del estudio, Ali Ellebedy, sostiene al medio antes citado que “las células plasmáticas de vida larga pueden durar toda la vida”. Estas células “seguirán produciendo anticuerpos para siempre”.

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No obstante, el estudio clarifica que la presencia de estos anticuerpos no significa que exista una inmunidad completa en el organismo. “La inmunidad a menudo se mide por la presencia de anticuerpos, proteínas producidas por el sistema inmunológico para ayudar a combatir infecciones en la sangre. Por lo general, se pueden determinar con una prueba de laboratorio. Pero los sistemas inmunológicos son mucho más que anticuerpos; involucran a una gran cantidad de jugadores, incluidas las células B, que producen anticuerpos, y las células T, que se dirigen a las células infectadas”, de acuerdo a información de CNN en Español.

Ellebedy explica que “si los anticuerpos fabricados por las células de vida larga no bastan, el sistema inmune activa las células B de memoria capaces de fabricar aún más anticuerpos”.

Pese a que el estudio es concluyente con respecto al tipo de célula antes mencionado, el inmunólogo señala que “no hay respuesta sobre que estas células puedan neutralizar a las nuevas variantes que vayan surgiendo del coronavirus; todo depende de cuánto cambie la secuencia genética del virus”.

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“Nuestros datos explican por qué aquellos que experimentaron una infección leve por SARS-CoV-2 en el último año están generando respuestas tan asombrosas a la vacunación. Es debido a la robusta memoria inmunológica que desarrollaron después de la infección”, dijo Ellebedy a CNN en Español.

El especialista aclaró al medio antes citado que “no todas las personas previamente infectadas son iguales. Por muchas razones diferentes, algunas personas no generan una respuesta inmune sólida a la infección incluso después de sobrevivir a la infección. Por lo tanto, es mejor que reciban ambas dosis de vacunas“.

De acuerdo a otra investigación realizada por el Instituto Nacional del Cáncer, “este efecto protector es fuerte y comparable a la protección que ofrecen las vacunas que son eficaces contra el SARS-CoV-2. Sin embargo, la protección que surge de la vacunación es mucho menos arriesgada que la que proviene de la infección natural”.