En su visita a Chile en mayo de 2023, el relator especial sobre derechos humanos y medio ambiente de la ONU, David R. Boyd, visitó Calama, San Pedro de Atacama, la zona de Quintero-Puchuncaví, Santiago y Puerto Montt, para abordar los principales conflictos medioambientales que enfrenta nuestro país: acceso al agua, extracción de litio en los salares, las zonas de sacrificio, la contaminación atmosférica y el despliegue de la salmonicultura.

Al concluir su visita, el abogado canadiense exclamó: “Por desgracia, mis conversaciones con más de 100 personas con inquietudes de todas las regiones de Chile y de todos los sectores de la sociedad, revelaron flagrantes violaciones cometidas durante años a su derecho a vivir en un ambiente limpio, saludable y sostenible”, añadiendo que estas vulneraciones, en muchos casos, se han extendido por décadas, dejando a las personas que las sufren “abatidas y sin esperanza”.

La huella marina de la industria salmonera en Chile

Este preinforme ya era claro respecto de lo presenciado por Boyd en su visita al país.

Pero, hace unos días el experto dio a conocer el reporte final, en el que asegura que en lo relativo a la industria del salmón, en los últimos decenios, ésta ha aumentado de forma llamativa su producción y su huella marina en Chile, así como también ha contribuido al aumento de los desechos industriales en las playas, el agua y los fondos marinos.

Boyd también sostiene que desde hace 30 años la industria mantiene una tasa de crecimiento promedio de 117% anual. Esto, según constata el experto, ha causado daños ecológicos a ecosistemas situados a menudo en territorios indígenas.

Pese a lo expuesto por Boyd -y que ha sido denunciado a nivel local por las comunidades y la sociedad civil desde hace años-, la industria del salmón insiste en la necesidad de aumentar su producción.

Declaran, incluso, que ésta se encontraría “estancada” al crecer “sólo” a tasas del 3% anual, lo que a todas luces no sólo es un descriterio, sino una desconexión absoluta con los territorios y una inconsciencia feroz respecto de los impactos de su accionar en las comunidades.

La industria de los salmones no puede ni debe seguir creciendo en Chile

Sin ir más lejos, un estudio comparado realizado por Gestión Social, Criteria y la UAI, reveló que, entre las cinco principales industrias del país (minerías de cobre y litio, fruticultura, forestal y acuícola), la salmonicultura es una de las que menor confianza genera respecto del cuidado al medioambiente. Lo anterior, particularmente sobre la gestión de sus residuos, en temas ligados a las condiciones laborales, el aporte a la economía regional y nacional, y la transparencia, entre otros asuntos medidos.

Es por todo esto que llama profundamente la atención que una visita de unos días al territorio bastara para que un experto internacional apreciara de forma tan clara algo que las autoridades de nuestro país se han negado a ver: la industria de los salmones no puede ni debe seguir creciendo en Chile.

En este escenario, es inadmisible el reciente perdonazo otorgado a la salmonera Nova Austral, la que durante años contaminó, mintió a las autoridades y defraudó al fisco. Y que hoy no sólo no pagará lo que le correspondería, sino que además el Estado lo subsidiará costeando parte importante de su deuda tributaria y perdonando otro tanto.

No sólo es difícil de entender el raciocinio tras estas definiciones. Sino que además resulta violento para las comunidades que industrias que tanto daño hacen a los territorios, resulten impunes a sus crímenes y premiados ante sus delitos.

Los adjetivos utilizados por Boyd en su visita al país resuenan con fuerza bajo este contexto: estas decisiones y el accionar del Estado contribuyen a formar un país “abatido y sin esperanza”.

Afortunadamente, sabemos que las comunidades locales y muchas organizaciones ambientalistas, lejos de dejarse abatir, continúan luchando por la defensa de nuestra naturaleza y su derecho humano de vivir en un ambiente sano y libre de contaminación.

Continuaremos a su lado utilizando todas las herramientas de las disponemos para frenar la impunidad de esta industria.

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