Antártica, el continente blanco, hogar de especies emblemáticas como pingüinos, focas, mamíferos marinos, especies altamente migratorias como los grandes cetáceos, un sinnúmero de especies de invertebrados sin conocer y, también del krill, una de las especies más importantes del Océano Antártico y, definitivamente, la más abundante.

El krill antártico es el principal sustento de toda la cadena trófica del Océano Antártico, siendo la base de la fuente de alimento para las poblaciones de pingüinos, ballenas, focas y aves marinas que son parte de este ecosistema. También es un recurso pesquero de importancia comercial explotado desde 1974, y donde Chile participa activamente con pesquerías desde 2011.

El año 2016 se declaró el Área Marina Protegida (AMP) más grande del mundo en el Mar de Ross, con la protección de un poco más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados, permitiendo proteger alrededor de 16.000 especies marinas. Sin embargo, desde ahí nada más ha ocurrido en términos de conservación de este ecosistema único. Por lo mismo cobra tanta importancia la tercera reunión especial de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCMLAR), que se desarrolla esta semana en Santiago, Chile, donde las AMPs serán un tema central.

Una serie de cambios se han registrado desde hace años en Antártica, como por ejemplo, una baja tasa de natalidad en poblaciones de pingüinos, que se alimentan de krill y de peces que tienen al krill como alimento. También se ha registrado una reducción del área de pesca del krill concentrándose en la península Antártica, coincidentemente la principal área de alimentación de las ballenas que migran a través del corredor azul del Pacífico Oriental, como son la ballena jorobada, ballena azul, ballena Sei, entre otras. Además, se ha evidenciado un aumento de la temperatura en el borde costero de la península Antártica hacia el sur, reduciendo el área de pastoreo del krill antártico también, etc.

Cambios preocupantes

Estos cambios están afectando el equilibrio que caracterizaba al continente blanco y toda su gran biodiversidad, que lo hacen ser el lugar perfecto para las actividades de turismo de observación, así como también del laboratorio natural que este ecosistema representa. Lamentablemente, si nuestros gobiernos y tomadores de decisiones no logran ponerse de acuerdo y definir una hoja de ruta que permita la conservación y establecimiento de AMPs en este océano, las consecuencias serán catastróficas y afectarán no sólo la fauna que habita en este continente, sino que también las actividades económicas que allí se realizan, como el turismo y la pesquería del tan importante krill.

Debemos tener en cuenta que, como en cualquier ecosistema, en la Antártica está todo íntimamente conectado. Por ejemplo, si no logramos asegurar la permanencia de la biomasa suficiente de krill en península Antártica para que las ballenas se alimenten, se estará afectando directamente la biomasa del mismo krill, debido a que las ballenas reinsertan en la columna de agua el hierro que contiene el caparazón del krill. Con esta reinserción del mineral se favorece directamente la formación de blooms de fitoplancton, la principal fuente de alimento del krill. Fitoplancton que, además, tiene un importante rol en la captura de CO2 desde la atmosfera, a través del proceso de fotosíntesis que realizan.

En esta línea, la evidencia científica ya está danto cuenta de cómo, por ejemplo, la baja cantidad de krill en Antártica ha generado una baja tasa de fecundidad de ballenas jorobadas. Entonces, si no tenemos krill, no habrá ballenas; y si no hay ballenas, no habrá más krill. Esto es crítico, si le sumamos además los impactos que está generando el cambio climático sobre el krill.

Propuesta de protección

Esto es sólo el caso particular de las ballenas, pero si no logramos el establecimiento de la propuesta de protección presentada por Chile y Argentina para una AMP en la península Antártica, nos enfrentaremos a una baja en la biomasa de krill, y una caída en el tamaño poblacional de pingüinos, focas, aves, orcas y grandes ballenas, lo cual afectará directamente las actividades de turismo que se realizan en Antártica todos los años durante el verano austral. Este impacto, sin embargo, no sólo afectará la Antártica, sino que se verá comprometida la economía local y nacional en todos aquellos países con costa, tanto en el Pacífico Este como en el Atlántico Oeste, ya que las ballenas, que son el principal atractivo turístico de muchas comunidades costeras en Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia, disminuirían su presencia, mermando esta actividad económica.

Por esta, y otras razones, tenemos la responsabilidad de proteger el continente Antártico, para lo cual llamamos a que los países miembros de CCMLAR acuerden la declaración de la propuesta de AMP en península Antártica, promovida por Chile y Argentina.
Por último, es importante resaltar que la declaración de AMPs en Antártica representa una tremenda oportunidad para mostrar al mundo la capacidad de coordinación de los distintos países que administran un espacio en común, en donde la aprobación consensuada de propuestas como la de Chile y Argentina, vienen a contribuir al cumplimiento de la meta global de la protección del 30% de nuestros océanos al año 2030. En esto, todos los países con porción marina-oceánica tenemos la responsabilidad de cumplir, por el bienestar de la salud de los océanos del mundo, pero también de toda la humanidad.

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