La discusión migratoria en Chile ha cambiado notoriamente en los últimos 8 años, principalmente por el rápido cambio demográfico y las condiciones de llegada de los migrantes que ingresan al país. Cabe destacar entonces que la migración no es positiva ni negativa, sino que depende de una serie de factores laborales, culturales y sociales, entre otros, que determinan su impacto en casa país o comunidad.

Muchas veces el debate sobre migración, especialmente en redes sociales y columnas de opinión, se divide entre los que buscan fronteras abiertas, apelando a una solidaridad latinoamericana buenista, y los que buscan una migración gradual, con distintos niveles de requisitos para ingresar. Para los primeros, levantar problemas como el ingreso clandestino, las expulsiones, los límites al ingreso o hablar de la relación de migración se asocia con xenofobia, lo que es impulsado, principalmente, por terraplanistas migratorios, que prefieren esconder la cabeza en la arena antes de hacerse cargo de la realidad.

Entre los mitos de los terraplanistas migratorios, se destacan cuatro argumentos principales:

1. El ingreso clandestino está controlado: este discurso lo han planteado principalmente las autoridades regionales del actual gobierno, en especial el Delegado Presidencial de Tarapacá, Daniel Quintero. Se trata de un reconocido abogado que ha puesto decenas de recursos para evitar las expulsiones de extranjeros que ingresan clandestinamente. Ahora a cargo de la seguridad en el norte, comentó en el Diario La Estrella que “cuando uno está en Colchane se da cuenta de que la situación crítica que vivíamos el 2020 y el 2021 hoy día ya no es tal”, estimando que solo han ingresado alrededor de 10 mil extranjeros de forma clandestina este año.

Esa afirmación desmiente al Ministerio del Interior y a la PDI, que en el Congreso Nacional, han expuesto que más de 51 mil personas han ingresado clandestinamente a Chile, hasta noviembre de 2022. Es decir, si durante diciembre del año pasado los ingresos clandestinos superan los 5 mil, el 2022 será el año con más ingresos clandestinos de la historia de Chile.

A esto se suma que una funcionara, bajo el mandato del mismo Delegado Quinteros, a cargo del albergue para migrantes en la frontera con Bolivia, fue detenida el 27 de diciembre por ayudar a migrantes a ingresar clandestinamente a Chile, lo que hace totalmente incomprensible que el Gobierno se niegue a solicitar ayuda a las FF.AA. para controlar la frontera mediante Estado de Excepción.

2. Chile sigue expulsando a extranjeros: El gobierno nos hace creer eso, al mezclar expulsiones judiciales con administrativas. Éstas últimas no se están materializando. La cantidad de extranjeros que han ingresado clandestinamente a Chile hasta noviembre es de 51.135 y han sido devueltos, 25. De los más de 40 mil ciudadanos venezolanos que han ingresado “a la mala”, principalmente por Bolivia, solo se ha devuelto a uno. En la administración pasada se expulsaron a 5.600 extranjeros de forma judicial y 1.350 de forma administrativa, bastante más que los 25 de este año. Y es importante considerar que, en abril de 2022, la actual administración firmó una resolución que impide devolver a la frontera con Bolivia a todo extranjero no boliviano que se sorprenda ingresando clandestinamente, donde más de 45 mil extranjeros lo han hecho este año.

3. No se puede detener los flujos migratorios: Argumento común de académicos y organizaciones religiosas, que se puede contradecir a partir de dos casos. El primero, con los ciudadanos de Haití. Entre los años 2016 y 2017 ingresaron a Chile cerca de 160 mil ciudadanos de la nación caribeña. Lo hicieron declarando ser turistas, cuando su intención era de residencia. En abril de 2018 se les exigió un visado de turismo para ingresar a Chile, y el ingreso en los 4 años posteriores fue menor a 20 mil personas. Bajo la premisa del buenismo, ingresan de igual manera 300 mil ciudadanos haitianos “indetectados” para PDI, Gobierno, Servicios Sociales, FONASA, Registro Civil, FF.AA, y otras instituciones públicas y privadas.

Este mismo análisis se puede realizar con los ciudadanos venezolanos. Entre 2017 y el primer semestre de 2019 ingresaron más de 300 mil ciudadanos como turistas. En junio 2019 se solicita visado de turismo, y el ingreso entre el segundo semestre 2019, 2020, 2021 y 2022 es de aproximadamente 80 mil migrantes regulares, y si se le suman los ingresos clandestinos, suman aproximadamente 150 mil extranjeros en ese periodo. Es decir, en 4 años menos de la mitad de lo que ingresaba antes.

La teoría de que los flujos no reaccionan ante las medidas que adoptan los gobiernos es un argumento cómodo para rehusar a hacer cumplir la ley.

4. La tasa de delitos de los extranjeros es baja: Argumento favorito de académicos que escriben desde cafés en Ñuñoa y Londres. Se basa en datos de la CASEN 2017, cuando la cantidad de migrantes era menos de la mitad de lo que existe hoy, o en datos desactualizados del 2020 del Ministerio Público. Según Gendarmería, al 31 de octubre de 2022, se observa que, de los 45.196 internos, 5.093 son de nacionalidad extranjera, el 11,3% del total de la población residente. Cabe destacar que los 1.482 mil extranjeros representan un 7,5% de la población de nuestro país, por lo que existe una mayor representación de extranjeros en recintos penitenciarios con respecto a los nacionales que el promedio nacional de residentes. A su vez, los 5.093 extranjeros privados de libertad representan el 0,344% de los extranjeros en nuestro país, que es proporcionalmente mayor a los 41.925 nacionales que representan el 0,213% de los chilenos en recintos penitenciarios.

Por regiones, hay 4 regiones, sorprende enormemente que el 44,9% de la población carcelaria en Tarapacá sea extranjera, un 30,1% en el caso de Arica y Parinacota, 27,7% en Antofagasta, 13,5% Atacama y 11% en la región Metropolitana.

A su vez, también los tipos de delitos han cambiado. La aparición de delitos como sicariato, o la violencia de algunos delitos que terminan en muertes, como los casos de ciudadanos enterrados vivos en Cerro Chuño en Arica, la aparición de motochorros, y bandas internacionales como el Tren de Aragua, demuestran que es poco objetiva con la realidad el descartar de plano la migración clandestina con algunos de estos delitos.

Que existan extranjeros que no vienen a aportar a nuestro país es una realidad. El negacionismo migratorio, o la política del avestruz solo genera mayores problemas de cohesión. Los extranjeros que vienen a Chile deben venir a aportar, y si comenten delitos deben ser devueltos a su país de origen. Si bien son una minoría quienes vienen a hacer daño, se debe tener tolerancia cero con estos casos.

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