Según la radiografía de ruralidad en Chile, 1 de cada 4 chilenos vive en el campo: Enfrentando problemas como la escasez hídrica, el acceso a centros de salud, centros educacionales, servicios financieros, de agua potable, conectividad digital, el cambio climático, y una alta tasa de trabajo informal.

En la actualidad, importantes avances tecnológicos -que tienen un impacto significativo- viven a un paso acelerado. En consecuencia, ha mejorado la calidad y el acceso a todo tipo de servicios, el uso de datos para la toma de decisiones ha ayudado a generar políticas públicas más efectivas, se ha aumentado la entrada de nuevos emprendedores al mercado, y se ha disminuido la huella de carbono de los mercados locales.

Sin embargo, el crecimiento acelerado de la tecnología puede impactar negativamente las oportunidades de crecimiento de regiones, sobre todo en el mundo rural, aumentando la brecha de disparidad económica con el mundo urbano.

La innovación en el mundo rural ocurre de una forma distinta y tiene un impacto diferente a la del mundo urbano. Por lo general, son iniciativas de adaptación que buscan disminuir las brechas tecnológicas u optimizar los procesos productivos, donde los emprendimientos suelen agregar pequeñas mejoras a medida que se aprende mientras se trabaja.

La innovación y la tecnología permiten que lugares rurales y/o remotos puedan competir a pesar de sus desventajas, como la lejanía a grandes mercados, altos costos de transporte, y brechas tecnológicas, mejorando su resiliencia.

Para asegurarse de que las comunidades y empresas del mundo rural puedan verse beneficiados de los avances de la era digital y sean un factor de innovación, es necesario fortalecer factores como el acceso a la conectividad, el vínculo de iniciativas público-privadas con las comunidades rurales, mejorar los sistemas de información, permitiendo que se hagan pruebas de la tecnología y el desarrollo de estrategias de digitalización y otros cambios.

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