Están repartidos democráticamente en todo el territorio y en todos los ámbitos sociales y económicos. Pero, aunque estén aquí, no los vemos. Y si los vemos, es más fácil ignorarlos y pensar que “puede solito o solita”. Otras veces, son mal diagnosticados con hiperactividad, déficit atencional u otras condiciones, cuando en realidad solo necesitan satisfacer su hambre de conocimiento. A veces, ellos mismos se mimetizan con el entorno, queriendo pasar desapercibidos a nivel académico para evitar el bullying o para ganar amigos entre sus pares.

Da la impresión de que es más fácil creer en la existencia de vida extraterrestre que visibilizar y atender a los estudiantes con altas capacidades intelectuales.

Las altas capacidades intelectuales o el potencial de talento representan una necesidad educativa especial que requiere una adecuación curricular y acompañamiento socioemocional, ya que los niños y niñas perciben ser diferentes a sus pares y sienten “no encajar”. Sin este apoyo, el talento raras veces logra alcanzar su plenitud, y más bien puede fracasar tras la desmotivación, deserción y depresión.

Datos estadísticos indican que entre un 3 y un 15% de la población tiene altas capacidades. ¿Por qué estas necesidades especiales no se atienden en las escuelas tal como pasa con los estudiantes del Programa de Integración Escolar (PIE)? MINEDUC otorga anualmente 2.000 becas para estudiantes de Establecimientos Municipales con altas capacidades que participan en Escuelas de Talentos, pero parece no ser suficiente.

Si bien sigue existiendo una correlación entre el CI y el potencial de alto rendimiento, los teóricos contemporáneos, como Gardner, Sternberg y Renzulli, proponen nuevas definiciones de la inteligencia que consideran talentos múltiples, habilidades por sobre la media en una o más áreas del conocimiento, la creatividad y una alta motivación. Países como España, Singapur, EEUU, e Israel, entendieron la importancia del desarrollo del potencial de talento —visto como derecho fundamental y también como capital humano— lo que se ve reflejado en políticas públicas, manuales especializados, leyes que permiten la aceleración por curso, etc.

Como sociedad, estamos enfrentando escenarios problemáticos nunca vistos: la crisis ambiental y climática, por un lado, y la crisis social, política y económica, por otro. No podemos seguir aplicando recetas del siglo pasado. Necesitamos crear constantemente nuevo conocimiento y cultivar un pensamiento profundo, disruptivo, capaz de solucionar problemas complejos. Quizás reconocer y apoyar el alto rendimiento emergente podría contribuir a la solución.

Tenemos, entonces, una tarea pendiente.

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