Quizás el mayor problema que tiene la Reforma Tributaria presentada por el Gobierno es que carece de medidas que fomenten la inversión, el crecimiento y la creación de empleos, pues el foco está puesto –mayoritariamente– en recaudar más, por diferentes vías y con un Servicio de Impuestos Interno bastante fortalecido.

Un ejemplo de este lineamiento, que se puede ver de manera transversal en varios aspectos de su articulado, tiene que ver con la limitante del 50% que se establece para las pérdidas tributarias, como norma general de la Renta Líquida Imponible, lo cual golpeará con especial fuerza al emprendimiento y a las pymes.

¿Por qué? Con la legislación actual, cuando una empresa tiene un mal año y genera pérdidas, pero al cabo de un tiempo empieza a obtener utilidades, a nivel del balance tributario, la compañía podía “consumir” la totalidad de esas mermas, pudiendo reducir sus impuestos durante todo el tiempo que le tomaba recuperar el dinero.

Con la modificación planteada, permitirles utilizar solo el 50% de la pérdida, significa cargarles la mano a las empresas emergentes, y en general, a todas las de menor y mediano tamaño, pues éstas no podrán aprovechar y compensar el 100% de los resultados sus primeros años, que habitualmente arrojan números rojos.

Sin embargo, más allá de cualquier razón, parece claro que hay que revisar la aplicación de la norma y ojalá adecuarla, para no seguir afectando el ya lento dinamismo de nuestra economía, sobre todo si consideramos que las pequeñas y medianas empresas representan cerca del 17% del PIB de Chile, según estimaciones del Ministerio de Economía.

Erick Kessler Acevedo, gerente tributario de Addval.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile