Mucho se está hablando del estrés, agotamiento y cansancio pandémico. En este contexto de preocupación y sensibilidad socioemocional, considero de la mayor relevancia compartir un concepto en el que he venido trabajando hace ya tiempo: la administración de la capacidad de estrés (ACE). ¿Qué significa esto? Significa que cada ser humano tiene una determinada capacidad de tolerar y de hacer frente al estrés. Esta capacidad es individual, varía de persona a persona, siendo aquella posibilidad de que el estrés pueda ser asimilado sin que se produzca un daño significativo en la salud a corto o mediano plazo.

Según el Instituto de Psiquiatría Integrativa (Boulder, Colorado, USA) hoy 300 millones de personas sufren de depresión siendo la principal causa de incapacidad en el mundo y 1 de cada 5 personas sufre de algún tipo de dolencia mental. Según la OMS para 2030, la depresión será la principal causa de la carga mundial de morbilidad. En Chile, hoy nos enfrentamos a un aumento significativo de: violencia intrafamiliar, abuso sexual, intentos de suicidio, aumento de consumo de drogas legales e ilegales y de alcohol, aumento de crisis de ansiedad, angustia y pánico.

Frecuentemente escuchamos sobre la pandemia post pandemia, sobre la crisis de salud mental que deberemos enfrentar después del covid-19. Sin embargo, hablar de este tema parece referir mas a un dato de la causa que a una preocupación real, que nos comprometa en acciones concretas.

La polarización social que el país experimenta, considera o bien la salud mental como un producto cuasi prohibitivo para pocos o la masificación de un modelo deficiente de salud mental estatal. Lo que solo conduce a un crecimiento del estrés en la población que impacta directamente sobre la salud física, sumado al miedo y a la incertidumbre global.

Todo especialista sabe que el estrés debilita el sistema inmune y que dicho sistema es la base de la salud orgánica. Invito a considerar responsablemente lo que implica administrar la capacidad de estrés, lo que nos permitiría una psico-educación conducente al contacto experiencial con nuestro cuerpo, emociones, relaciones, mente, en pos de reconocer cual estresor puedo todavía resistir y cual cruza la barrera de mi salud.

Considero que las diferentes expresiones del poder olvidan por completo que sus acciones recaen sobre personas que cada día están cruzando el umbral de la tolerancia al estrés, con la consecuencia que muchos de ellos toman decisiones basadas en la supervivencia y no en la salud.

Si queremos enfrentar realmente a la pandemia, hemos de reconocer su mensaje implícito en la urgente necesidad de asumir que sin salud mental, no hay salud.

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