Si seguimos mirando solo a Occidente, corremos el riesgo de estancamiento, mientras que, si ampliamos la mirada hacia Asia, podríamos encontrar claves útiles para retomar la senda del progreso y el desarrollo, con ejemplos más similares a nuestra realidad.

A pocas semanas de las elecciones, es natural que la agenda pública se concentre en las principales preocupaciones ciudadanas: delincuencia, migración y crecimiento económico. Sin embargo, también resulta necesario levantar la mirada, pensar en el largo plazo y preguntarnos por nuestro modelo de desarrollo: ¿hacia dónde queremos avanzar cuando hablamos de crecer?

Durante décadas, quizá por nuestro carácter occidental, Chile ha mirado al espejo de Europa y Estados Unidos. Referentes de institucionalidad, desarrollo y bienestar. Sin embargo, esos modelos enfrentan serios problemas ligados al estancamiento económico, envejecimiento de la población, tensiones energéticas, polarización política, entre otros. En ese contexto, cabe preguntarse si no ha llegado el momento de ampliar la mirada hacia otras regiones.

El periodista Michael Stott -editor del Financial Times para América Latina -señaló recientemente en una presentación organizada por Ex-Ante y la SOFOFA, que Asia se ha convertido en un referente de pragmatismo y visión estratégica.

Corea del Sur, Singapur y Vietnam son ejemplos de países que, sin grandes recursos naturales, han logrado un desarrollo sostenido sobre tres pilares fundamentales: infraestructura moderna, procesos regulatorios ágiles y una integración económica efectiva, tanto interna como con sus vecinos.

Chile, en cambio, parece atrapado en una conversación que se repite. Hablamos de crecimiento, pero seguimos con un Estado lento, una tramitación ambiental excesiva y una infraestructura que no acompaña la productividad del país.

Mirar hacia Asia no implica copiar modelos, sino que aprender de una cultura de trabajo a largo plazo, con estándares de eficiencia y reconocimiento al mérito. Entendiendo que el crecimiento no depende solo de la inversión o el gasto fiscal, sino que de la capacidad institucional para ejecutar y sostener políticas públicas en el tiempo.

Este año electoral ofrece una oportunidad para definir prioridades. Será valioso que más allá de la coyuntura, se aborde el tipo de país que queremos construir. Si seguimos mirando solo a Occidente, corremos el riesgo de estancamiento, mientras que, si ampliamos la mirada hacia Asia, podríamos encontrar claves útiles para retomar la senda del progreso y el desarrollo, con ejemplos más similares a nuestra realidad.

La pregunta, en definitiva, no es solo cuánto queremos crecer, sino que hacia dónde queremos mirar para hacerlo.