En el futuro se podrá viajar hacia las antípodas del planeta en menos de una hora; eso será en unos pocos años más.
En pleno siglo XVIII dos curiosos jóvenes franceses: Joseph-Michel y Jacques-Étienne Montgolfier, capturaron y documentaron cómo una bolsa de papel, al estar cerca de una chimenea, se elevaba y alcanzaba “misteriosamente” el techo de un lugar. Este -que hasta ese entonces- era un fenómeno no documentado científicamente, tenía una explicación…
El comienzo de la era espacial
Una explicación que se remontaba unos 2000 años antes, en el principio de Arquímedes. Este enunciado indicaba que un cuerpo que fuera más liviano que el agua era capaz de flotar en ella, y lo que estos hermanos contemplaron fue cómo un objeto, que era más liviano que el aire podía flotar en él… elevándose. Ese componente era, ni más ni menos, el aire caliente dentro de la bolsa.
Estas dos mentes curiosas experimentaron con bolsas de distintos tamaños y de diferentes materiales. Al comienzo hicieron una que tenía 8 m³ (metros cúbicos) de aire y esta se elevó varias docenas de metros. Siguieron experimentando, y crearon objetos que alcanzaron varios kilómetros de altura. Finalmente, los hermanos Montgolfier obtuvieron la autorización para que sus creaciones pudieran ser “tripuladas” por humanos. El 7 de enero de 1785, dos intrépidos pilotos, Jean Pierre Blanchard y John Jeffries, cruzaron el Canal de la Mancha en este “nuevo medio de transporte”.
Esta historia, marca -a mi modo de ver- el comienzo de la era espacial. Fue en dicho momento cuando la humanidad “despegó sus pies del suelo”. Luego vinieron globos inflados por hidrógeno. Así nacieron los dirigibles, que con la forma de una pelota de rugby, llegaron a cruzar el océano Atlántico, entre Europa y Estados Unidos.
El problema recae en que el hidrógeno es un gas muy combustible… y ya sabemos que la historia terminó bastante mal con la famosa catástrofe del Hindenburg, en Nueva York. Desde esa época los globos y los dirigibles los empezaron a llenar con helio, que es un gas un poquito más pesado que el hidrógeno, pero que tiene la ventaja de ser totalmente neutro.
Aviones y naves espaciales
Un siglo después de los Montgolfier, otros hermanos, los Wright, que construían bicicletas, empezaron a experimentar con la idea de volar en un artefacto que tuviera alas. Fue así, como el 17 de diciembre de 1903 crearon un medio de transporte que se elevó unos 15 metros (sobre el suelo) y logró transportarse unos 200 metros, ese fue “el avión”. Un siglo después, la aviación es una actividad completamente consolidada en el mundo.
Los años pasaron y la aviación se perfeccionó. El siguiente salto en esta historia ocurrió el 4 de octubre de 1957, cuando la Unión Soviética logró poner en órbita terrestre un instrumento que fue bautizado como el Sputnik 1. Han pasado más de 60 años desde aquel hito y no deja de parecerme fascinante.
Volvamos a avanzar en la línea temporal, y lleguemos al 12 de abril de 1961. Aquel día, un joven nacido a algo más de 3 mil kilómetros de Moscú, llamado Yuri Gagarin, voló y circunnavegó la Tierra en una nave espacial. Hoy, estamos asistiendo a un incremento sorprendente -estatal y privado- de los cohetes. Los protagonistas no son solamente: Estados Unidos, Rusia, Europa o China, también lo son empresas como: SpaceX, Blue Origin, Rocket Lab o Relativity Space.
La Tierra no es plana… y ellas lo vieron desde arriba
En los últimos días, hemos recibido la noticia que seis mujeres subieron a una nave de la empresa Blue Origin, del magnate Jeff Bezos. Su vuelo las llevó a una altura mayor que 100 kilómetros y desde ahí pudieron ver – con sus propios ojos- la forma de la Tierra (Spoiler Alert terraplanistas:6 nuevas personas que con evidencia visual se percatan que sus ideas no andan muy bien).
Luego de esta extraordinaria experiencia, ellas bajaron sanas y salvas a tierra firme. Los viajes a la Luna, a Marte y a destinos más lejanos, paulatinamente comenzarán a volverse algo menos infrecuentes.
Los viajes a la Luna, el hombre los vivió y los realizó a fines de los años 60’ y los primeros dos años de los años 70’. Más temprano que tarde veremos a mujeres y hombres volver a posarse en la superficie de nuestro satélite natural.
Los viajes a Marte todavía son una promesa, pero de que vienen… vienen. Los agoreros y pesimistas tendrán que tragarse sus malos augurios con algo de polvo marciano (no creo que tenga buen sabor).
En los años que vienen veremos -con distintos logos y banderas- naves que llevarán pasajeros al planeta rojo, tal vez tú, que lees en este momento esta columna serás uno de ellos.
En el intertanto, la cada más acelerada tecnología que impulsará dichas naves permitirá llevar pasajeros desde Francia a Australia, en menos de 35 minutos. Desde Santiago a Nueva York, en algo más de 15 minutos, y así sucesivamente. Los vuelos intercontinentales, en el futuro, podrán realizarse en cohetes siguiendo una órbita de gran altura. Una nave espacial orbita la tierra a 28.000 km/h mientras un avión de pasajeros vuela en promedio 900 km/h; el progreso será enorme.
En el futuro se podrá viajar hacia las antípodas del planeta en menos de una hora; eso será en unos pocos años más. Por ahora, yo aplaudo a estas seis mujeres que volaron y vieron la maravillosa forma de nuestra nave espacial: la Tierra.