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Según expertos, la gratuidad universitaria costará alrededor de 2,3 mil millones de dólares en 2025, mientras que la reforma de pensiones y la PGU contarán con 5,5 y 4,4 mil millones de dólares respectivamente. Ante la necesidad de financiar estas políticas a futuro, las opciones de financiamiento del Estado se reducen a cuatro principales fuentes. La inflación, problema que ha afectado a Argentina, puede generarse por la impresión de billetes, pero en Chile esta tarea recae en el Banco Central, garantizando estabilidad. La deuda externa, actualmente en más del 40% del PIB chileno, representa un riesgo para la calificación crediticia del país. Los impuestos, aunque necesarios, deben ser equilibrados para no afectar la economía y la recaudación. Finalmente, el crecimiento económico se presenta como la única fuente viable de financiamiento a largo plazo, dependiendo de la confianza en las demás fuentes.

En los últimos 10 años, en Chile se han implementado una serie de políticas públicas que, sin intentar entrar en el detalle sobre su conveniencia o no, lo cierto es que son caras.

La gratuidad universitaria nos costará este 2025 cerca de 2,3 miles de millones de dólares, están presupuestados 4,4 miles de millones de dólares para la PGU y el costo de la recientemente aprobada reforma de pensiones está situada en 5,5 miles de millones de dólares por expertos.

Si como país decidimos mantener todas estas políticas a futuro, hay que buscar cómo financiarlas.

Un Estado puede tener cuatro principales fuentes de financiamiento. La primera, que no es realmente tal, es la impresión de billetes. Esto supone aumentar la masa monetaria para que el Estado pague sus deudas, lo que provocará una pérdida del valor del dinero, lo que, a su vez, significará que los precios aumenten.

Este fenómeno se llama inflación y es el principal mal que ha afectado a Argentina en los últimos años, si no décadas.

Afortunadamente, para los chilenos, la emisión de moneda no depende del poder político, sino del Banco Central, organismo constitucionalmente autónomo que vela por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos.

Así, difícilmente la inflación en nuestro país se verá provocada por una mala administración política, como en Argentina y otros países del mundo.

La deuda externa

La segunda, es la deuda externa, es decir, que el Estado tome dinero prestado o un crédito para poder pagar sus gastos actuales. Sin embargo, esta medida tiene problemas: se puede provocar inflación, toda vez que se aumenta artificialmente y sin correlación con la productividad del país, la masa monetaria.

La deuda externa supone que de igual forma se va a tener que pagar el crédito a futuro, lo que supone, además, el pago de intereses. Al igual que un crédito que puede tomar cualquiera de nosotros, el crédito tomado por el Estado se paga después, pero más caro.

En el caso chileno, la deuda pública está en más del 40% del PIB, lo que significa que por cada diez pesos producidos en un año por la economía nacional, el Estado debe 4 pesos por concepto de deuda externa.

Según economistas y expertos, se está alcanzando un nivel peligroso para la calificación crediticia del país y la estabilidad futura de las finanzas nacionales.

El gran problema de los impuestos

En tercer lugar, nos encontramos con los impuestos, es decir, con aquellos montos de dinero que el Estado, en función de su poder de imperio, obliga a las personas y empresas a pagar por determinadas actividades y conductas.

El gran problema de los impuestos es que normalmente son vistos por los políticos como un bolso de Mary Poppins, en el que pueden sacar y sacar recursos sin que estos se acaben. Nada más alejado de la realidad.

Los impuestos los pagan las personas a partir del fruto de su trabajo y esfuerzo. Por lo mismo, el nivel de impuestos no solo debe ser establecido con justicia, sino también requiere que no sea excesivo de manera tal en que afecte el normal funcionamiento de la economía.

Además, gracias al trabajo del economista Arthur Laffer, sabemos que hay un punto en que, a mayor nivel de impuestos, no se consigue una mayor recaudación.

Al contrario, existe un nivel en el que la carga impositiva es tal que afecta negativamente la recaudación, bajando está por un aumento de la evasión, de la informalidad o cambio del domicilio tributario hacia países más favorables impositivamente hablando.

Normalmente en el debate público se discute sobre las tres fuentes ya señaladas, pero cada una de ellas presenta problemas que no nos permiten confiar en que nos servirán a futuro para el financiamiento de las políticas públicas que se han implementado.

Falta de confianza

Sin embargo, queda una cuarta y última fuente principal de financiamiento, y es el crecimiento económico. En realidad, es una consecuencia de éste y la fuente real es la recaudación de impuestos.

Habitualmente se explica con el ejemplo de dos tortas. Si tengo una torta pequeña y un invitado saca un trozo equivalente al 10%, el trozo no será muy grande. Sin embargo, si la torta es más grande, el mismo trozo del 10% será también más grande.

Y si la torta sigue creciendo, el mismo pedazo de 10% de la torta irá creciendo también.

Algo similar ocurre con la recaudación de impuestos cuando hay crecimiento económico. Si la economía un año dado es de 10 y el Estado recauda el 10%, entonces ese año el Estado recauda 1.

En cambio, si al año siguiente la economía es de 100, significa que el Estado recaudará 10. Y si a futuro la economía es de 1.000, entonces el Estado recaudará 100, y así sucesivamente.

Por lo tanto, ante la falta de confianza en las tres primeras fuentes de financiamiento del Estado, el crecimiento económico no solo es una opción viable, sino que es la única que nos queda.

De ahí la aparente obsesión de algunos economistas y políticos de hacer la economía, pues es la única forma en que el Estado puede aumentar los recursos disponibles para financiar políticas públicas, sin endeudarse y sin causar inflación que afecte el bolsillo de los chilenos, particularmente de los más pobres.

Si al crecimiento económico le sumamos medidas de recortes presupuestarios, eliminación de programas deficientes y eliminación de gastos innecesarios del Estado, los recursos disponibles para sacar a compatriotas de la pobreza, mejorar la calidad de vida de nuestras familias y hacer de Chile un país cada vez más desarrollado serán enormes.

Pero para esto, debemos empezar por crecer decentemente, como alguna vez lo hicimos.