María Alejandra Benavides, exrectora del Internado Nacional Barros Arana (INBA) desde julio, recordó y reveló las amenazas y situaciones que vivió tras el grave incidente ocurrido en el establecimiento educacional.
En diálogo con La Segunda, Benavides habló por primera vez desde la mesa intersectorial que se realizó al día siguiente de la explosión que dejó a 35 estudiantes lesionados el 23 de octubre de 2024.
“Frustra ver el deterioro del INBA, porque es un colegio que tiene un potencial enorme”, expresó la exrectora del establecimiento emblemático.
Desde que ocurrió el incidente hasta ahora, Benavides señaló que “han ocurrido muchas cosas y se ha dicho mucho de mí”. Nueve meses en los que, según ella, “es tiempo suficiente para contar el otro lado de la historia, de cómo hemos vivido todo este tiempo“.
Benavides aseguró que tuvo que cerrar el año escolar de sus hijas debido a amenazas.
“Cuando fui a la Mutual de Seguridad (para visitar a los alumnos hospitalizados) me intentaron linchar. Me tuve que resguardar en la Teletón, en el edificio de al lado, porque me quisieron pegar y me gritaban: ‘sabemos dónde estudian tus hijas’, ‘vas a pagar por esto’“, acusó la exautoridad del recinto educacional.
El ataque, señaló, provino de estudiantes y adultos. “También rondaron mi casa, pegaron carteles con mi foto con leyendas como: ‘Ella les denegó la ayuda, ella es la responsable’, ‘Benavides, por sacar capuchas, quemaste personas’“, agregó.
Lo anterior lo denunció en Carabineros, lo que escaló hasta Fiscalía. “Eso significó prácticamente encerrarnos en la casa durante un tiempo“, aseveró.
En cuanto a la acción judicial, dijo que era “frustrante” estar imputada “sin tener información del proceso”.
“Ha sido injusto cargar con toda la exposición que ha significado, tanto yo como mi familia, sin tener antecedentes concretos”, expresó
Su salida del INBA
La exrectora llevaba 30 meses en el cargo cuando fue la explosión. Asumió el puesto a través de la Alta Dirección Pública (ADP). Al día siguiente de lo sucedido, afirmó que fue “un hecho aislado“, lo que le valió duras críticas.
Una de ellas vino del actual alcalde de Santiago, Mario Desbordes (RN), quien advirtió que la removería del cargo tras resultar electo.
“La voy a cambiar, la voy a cambiar sí o sí, no puede seguir una persona que nos sale con semejante frase”, declaró el ahora jefe comunal, quien efectivamente le pidió la renuncia a Benavides el 2 de julio.
Sobre esos dichos, la exrectora sostuvo que “nunca hubo intencionalidad de bajarle el perfil“. Lo que quiso decir fue que los hechos de violencia venían “a la baja”.
“Pasamos de un 2022 con 100 salidas muy masivas a la calle, a un 2023 con 22 salidas, aunque solo una parte terminó en enfrentamientos con Carabineros. En 2024, hasta el 23 de octubre, teníamos tres salidas incendiarias por parte de grupos muy pequeños. Pero la frase fue muy mal usada“, detalló.
Demanda de Benavides a la Municipalidad de Santiago encabezada por Desbordes
Antes de dejar el cargo, la exrectora demandó al municipio en el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, acusando daño psicológico.
En ese contexto, dijo que apenas ocurrió la explosión, se abrió un sumario contra ella que se cerró sin imputación de cargos ni responsabilidades administrativas.
“En diciembre cambió la administración y en marzo me entero por la prensa que se reabrió el sumario. Al mes siguiente el nuevo fiscal me notifica de mi suspensión del cargo”, declaró Benavides.
Por ello acudió a la Achs por una crisis ansiosa y se le diagnosticó una enfermedad laboral, lo que derivó en licencia médica.
Paralelamente, comenzó la evaluación de desempeño de todos los directores de Santiago. En ese escenario, afirma que no pudo reunir la información necesaria y el 2 de julio le pidieron la renuncia por correo.
“Hoy sigo con terapia y fármacos“, aseguró la exrectora del INBA.
Sobre una eventual intencionalidad política de Desbordes, respondió: “No comento intenciones del alcalde, no corresponde“.
El incidente en el INBA
En el caso de la explosión, a Benavides le requisaron su teléfono y declaró como imputada. En una audiencia, según ella, desde la Fiscalía admitieron que no le comunicaron esa condición por la declaración de un funcionario público que aseguró que la exrectora dijo: “sabíamos que esto iba a pasar“.
En cuanto a lo anterior, la exautoridad del INBA afirmó que todas las mañanas mantenía contacto con Carabineros, que ya no se encontraba en el sector del recinto, aunque sí había comunicación.
Luego vino la explosión y la exrectora expresó que “fue horrible“. En esa línea reconoció que había un grupo de jóvenes al interior y otros que llegaron, ambos encapuchados. Ella estaba fiscalizando los patios y con el subdirector fueron a las afueras de los baños.
“Estaba en la puerta del baño cuando sentí la primera explosión. De inmediato apareció una lengua de fuego que prendió el piso, porque había mucha bencina derramada, se me prendieron las zapatillas y parte de mi pantalón, que empezó a quemarse“, recordó.
A lo anterior, Benavides agregó: “Empecé a gritarles que salieran, que quienes no podían salir, gritaran… empezaron a salir jóvenes quemados, todo era llamas, fuego y explotaban cosas“, relató.
La exrectora recapituló que algunos lesionados intentaron lanzarse a una piscina, pero esta tenía agua estancada. Luego se dirigieron a camarines para abrir las duchas con agua helada. También fueron a enfermería y a un lugar del “Patio Siberia“, sitio al que llegaron más de 15 ambulancias.
En ese momento, la exrectora llamó a Carabineros y al director de Educación Municipal de esa ocasión, Rodrigo Roco.
Su reacción en medio del incidente
Personal de la ambulancia definió la gravedad de los heridos. Ante la situación de algunos alumnos, profesores los trasladaron por sus medios a centros asistenciales.
“Cuando me enteré, di la orden de que nadie más saliera. Eso fue muy criticado, pero la normativa así lo establece. La orden no era por negar atención a los niños, al contrario, era por la seguridad de los propios niños. Además, ya venían las ambulancias”, sostuvo Benavides.
Luego le comunicaron que había nueve en riesgo vital y durante las dos primeras semanas temía la muerte de alguno. “Eso me devastó”, aseguró.
También reconoció que fue “muy duro” el encuentro con los apoderados. Con algunos no pudo conversar y la culpaban de lo ocurrido, mientras que con otros tuvo diálogos complejos.
La exrectora señaló que la Superintendencia de Educación instruyó que, a medida que los estudiantes eran dados de alta, se iniciaran investigaciones.
“Se los explicamos y los padres lo entendieron. 16 de ellos salieron de Cuarto Medio, pero un número importante se cambió de colegio“, agregó.