Tras ser denunciado como un foco de fiestas y consumo de alcohol y drogas, la Municipalidad de Estación Central determinó demoler parte de un excolegio donde se subarrendaban piezas para migrantes.

Personal de la Municipalidad de Estación Central demuele una propiedad vinculada al subarriendo para extranjeros.

Se trata de un recinto ubicado en calle Yelcho, donde alguna vez funcionó un colegio. Ahora, sin embargo, los propietarios decidieron instalar piezas y arrendarlas a extranjeros, principalmente.

Por ello, funcionarios municipales concurrieron al lugar para fiscalizar a sus habitantes y, junto con la PDI, revisar su situación migratoria.

Pero, al llegar no había nadie, ya que sus residentes abandonaron las piezas.

Tras esto, se procedió a demoler la construcción irregular y se notificó a los propietarios de acciones judiciales por el subarriendo de piezas y la realización de obras sin permiso.

Vecinos del sector denunciaron que dicha propiedad era un foco de consumo de alcohol y drogas, como también de realización de fiestas y hasta ceremonias con tambores.

Un dirigente vecinal acusó que “aquí en Estación Central se hace un negocio con los migrantes… El negocio se hace a través de chilenos que le arriendan a migrantes y se aprovechan de ellos”.

Junto con ello, indicó que allí vivían cerca de 100 personas, en su mayoría venezolanos.

El alcalde de Estación Central, Felipe Muñoz, justificó el procedimiento en el contexto de los reclamos de vecinos, exigiendo mayor trabajo para enfrentar la inseguridad.

Agregó que se declaró la inhabitabilidad del lugar, por lo que se procedió a la demolición de las piezas.

Muñoz agregó que es el décimo desalojo que concreta su administración en la comuna y que no había habitantes en el lugar porque, dentro de la semana, ya había asistido la PDI a revisar a los residentes.

“Vimos una oportunidad de negocio”

Paola Reyes, quien se identificó como una de las socias del excolegio, señaló que “el alcalde está cumpliendo con su deber” y que entiende la denuncia de vecinos.

“Estuvo botada la propiedad un par de años… Entiendo a los vecinos porque también llegó de todo”, relató.

Igualmente, contó que efectivamente había consumo de droga y también prostitución, pero añadió que los mismos vecinos llevaban comida y ropa a los migrantes que allí vivían.

Finalmente, y consultada por qué se comenzó a subarrendar el lugar, señaló que “empezamos a arrendar las piezas… las salas de clases, que es un espacio grande, se empezaron a arrendar”.

“Vimos una oportunidad de negocio”, cerró.