El pasado jueves la justicia declaró culpables a cinco excarabineros perseguidos por diferentes delitos cometidos en La Pintana, pero en particular por robo y tráfico de drogas.

Los exuniformados de la tenencia El Castillo fueron acusados de formar una red de quitadas de droga, donde organizaban falsos allanamientos para apropiarse del dinero y de la mercancía de los traficantes del sector.

La historia, que por si sola es llamativa, alcanza ribetes de película al revelarse uno de los detalles más impactantes: uno de los expolicías tenía relación sentimental con una narcotraficante, nexo fundamental en el actuar de la banda criminal.

La historia fue contada hace unos años por la revista Sábado. Cristián Pinilla, otrora sargento segundo de la institución oriundo de Coihueco, conoció en noviembre de 2015 a Luisa Aguilera, durante un patrullaje para detectar transacciones de droga.

El procedimiento derivó en una persecución a un vendedor que incluyó el ingreso del excarabinero en una vivienda donde el hombre se había escondido. Ahí estaba Aguilera, que justo cumplía 49 años y volvía de la cárcel en donde estaba preso uno de sus hijos, uno de los pistoleros más peligrosos de la capital.

Si bien no está claro cómo ellos empezaron a frecuentarse, cuando el OS7 de Carabineros empezó a investigar lo que ocurría en la tenencia en el año 2016 la relación iba viento en popa. De esto se enteraron tras intervenir el teléfono de Pinilla.

Éste era uno de los diálogos que sostenían:

Pinilla: Oye, ¿tu amiga estará lista, con el bazar abierto?

Luisa: No sé ahora en las mañanas, como no todos venden por la policía.

Pinilla: Si, poh, tú no más.

Luisa: Obvio poh, yo siempre he vendido.

(…).

Pinilla: Ya, mi chica.

Luisa: Ya te vas a irte.

Pinilla: No, todavía no, tú sabes que me cuesta irme.

Luisa: Pero cuando te vas, te vas más rico.

Pinilla: Ya empezamos, ya empezamos.

Luisa: Mi paquito rico.

Pinilla: Jaaaa, patúa.

Luisa: Pero por qué patúa, todo el tiempo me decís patúa; pero, ¿por qué patúa?

Pinilla: Por lo que me dices. Y soy la autoridad.

Luisa: Con ropa; sin ropa, no.

Pinilla: Ya, mi chiquitita.

Luisa: Ahí no hay autoridad; sin ropa, no.

Relación por conveniencia

Así, se gestó una sociedad entre la mujer y los carabineros integrantes de la red, empezando a trabajar juntos ya que la mujer entregaba datos sobre su competencia. La situación fue rápidamente detectada por vecinos y los otros traficantes del sector, quienes comenzaron a ser víctimas de los robos perpetrados por el grupo.

De hecho, cansados de esta situación, los narcos comenzaron a repartir volantes en una feria libre para denunciar a los policías por realizar allanamientos irregulares y robarles.

Eso comenzó a preocupar a Luisa Aguilera.

Luisa: Oh, amorcito. Sabís que está la media… Mira, te voy a mandar por WhatsApp todo lo que dicen de ustedes en Facebook.

Pinilla: ¿De mí?

Luisa: O sea, de los que andan.

Pinilla: ¿Qué dicen?

Luisa: Que cuando ustedes se vuelvan a meter a una casa, les saquen una foto y los denuncien, porque son los ladrones más grandes de La Pintana.

Pinilla: La gente puede hablar muchas cosas, pero tienen que comprobarse.

Luisa: ¿Eso no los perjudica?

Pinilla: No me quita el sueño.

Sin embargo, lo que no sabían los traficantes era que la mujer estaba coludida con los uniformados, porque fueron a pedirle que se uniera al movimiento que buscaba terminar con la injusticia que no los dejaba trabajar.

Luisa: Es que aquí vino un loco, si acaso podía servir de testigo de que ustedes hacían eso. Porque ustedes son los mismos pacos que me reventaron a mí.

Pinilla: ¿Ya?

Luisa: Yo le dije que no, que cómo iba a ir de testigo si soy traficante.

Pinilla: ¿Y fue uno solo? ¿Qué están juntando? ¿Firmas?

Luisa: Sí, evidencias para ir a la fiscalía.

Pinilla: Pero están cagados, no tienen por dónde (…) ¿Cómo llegó a tu casa ese hueón?

Luisa: Porque aquí me conocen, po.

Pinilla: Ya.

Luisa: Porque me habían reventado.

Pinilla: Ya, ya, ya.

Luisa: ¿Por qué tan pesado, tan seco?

Pinilla: Estoy cabreado po, chica, si no ando todos los días igual.

Luisa: Ya po.

Pinilla: Esta hueá me tiene choreado igual.

Luisa: Van a tener que ponerse más brutos, no queda otra (…).

Pinilla: Voy a tener que comprarme una pistola, porque me pueden andar siguiendo. ¿Qué más te dijo el hueón?

Luisa: Yo le dije que no, que no me metieran en ninguna hueá, no quiero tener problemas con la yuta (…).

Pinilla: Estoy bien saturado con la hueá.

Luisa: Obvio. Cómo van a andar tirando folletos, si ustedes son policías.

Pinilla: Voy a tirar unos días de licencia o vacaciones, ya me está choreando la huevadita.

Luisa: Obvio, po (…).

Pinilla: Es fome, po. Es que sabís lo que pasa, igual nos complica, porque puede llegarle a oídos de un jefe y nos trasladan…

Luisa: Si po.

Pinilla: Si po, para evitar comentarios, traslado, que me vaya.

Luisa: Ay, no.

Pinilla: Si po, puede pasar, po chica.

Luisa: Sé que puede pasar.

La situación fue tal que los narcotraficantes evitaban andar con efectivo para no sufrir robos por parte de los policías e incluso algunos comenzaron a vestirse de carabineros para realizar quitadas.

La caída

La investigación siguió avanzando hasta que Luisa Aguilera fue visitada en su casa por Carabineros, y luego declaró ante Fiscalía. Así fue como cayó Pinilla y sus compañeros.

La mujer relató que tras el allanamiento donde se conocieron, el uniformado la llamó y le ofreció protección.

“Fue desde ese momento que comencé a tener una relación sentimental con ‘Cristián’, como conocía al ‘Sargento Pinilla’, quien, debo recalcar, desde esa fecha comenzó a protegerme, pues sabía que yo era traficante del sector, esto lo materializaba principalmente sacando a los traficantes del sector, dejándome el negocio de la calle solo para mí. Yo, constantemente, le entregaba dinero, pues por la relación que teníamos, todo lo que él me pedía, se lo entregaba”, indicó.

“Teníamos una comunicación frecuente como pareja; él, constantemente, me daba consejos relativos a los patrullajes de los carabineros y dónde debía esconder la droga para que no me pillaran y evitar de esa forma problema”, agregó.

El 1 de septiembre de 2016 fue allanada la casa de Pinilla en Padre Hurtado, donde se recuperó $1.300.000. Además, se incautaron anillos, aros, una tablet y perfumes. Incluso, la esposa de Pinilla y su hermano debieron devolver joyas que el sargento segundo les había regalado.

La cónyuge del carabinero, quien no sabía que tenía una amante, dijo que su marido justificaba los regalos como compras en la feria libre de El Castillo. Su relación terminó tras la revelación de este caso.

La pena de Pinilla y sus otros cuatro compañeros será comunicada el 4 de abril. El Ministerio Público solicitó condenas que llegan a los 30 años de cárcel.