Mermeladas, conservas y miel constituyen la mayor parte del rubro de agroprocesados, un rubro que permite entregar valor agregado a una parte importante de la producción agrícola de Ñuble.

La fabricación de estos productos es parte del rubro de Alimentos Procesados y Turismo Rural, donde la elaboración de estos alimentos corresponde al 73%, producidos principalmente por mujeres, que representan al 72% de quienes llevan adelante esta actividad en la región de Ñuble.

Una de estas mujeres es Quinaida Valdebenito, quien reside en Pemuco, donde desarrolla la recolección y secado de productos forestales no maderables, principalmente hierbas medicinales y hongos, en coordinación con otros productores.

“Llevamos más de 22 años organizados y desde hace 12 que empezamos a trabajar con una planta para secar nuestros productos”, comentó. Aunque partieron con la recolección, el aumento de la demanda y el cambio climático hizo que cambiaran el modelo y se iniciaran en la producción de hierbas. Hoy recolectan el 30% de su producción, mientras el otro 70% lo cultivan en pequeños predios entregados por las forestales.

“Hace ocho años el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) nos acogió en este caminar de la recolección. Ha sido un apoyo muy importante, porque antes todo era muy precario. Se nos fue parte de la vida a puro pulso, pero con Indap el cambio se notó; mejoramos la planta, conseguimos una bodega, implementamos la planta y el año pasado instalamos un pozo profundo para ayudarnos en el cultivo”, comentó.

“Todo eso nos ha facilitado el trabajo y ha mejorado nuestra calidad de vida, esto era demasiado sacrificado. Incluso, el cultivo se hacía a puro azadón en las tres hectáreas donde tenemos las hierbas y ahora lo hacemos con un motocultivador”, contó Valdebenito.

Por ahora, el desafío es aumentar la producción para satisfacer una creciente demanda. “Se ha notado el cambio, han tenido la sensibilidad de mirar nuestro esfuerzo y apoyarnos en nuestras necesidades”, explicó la agricultura.

Tatiana Merino, directora de Indap Ñuble, señaló que para mejorar la infraestructura del rubro, se requiere la resolución sanitaria. Un ítem en que ha existido un aumento de 41% entre 2019 y 2021, principalmente gracias al apoyo del proceso de gestión con el programa de asesorías especializadas ATE y las inversiones para la obtención final de la autorización sanitaria.

El proceso se dificulta para los pequeños productores debido a las altas inversiones requeridas y a la falta de agua y/o alcantarillado por parte de los productores, por lo que el apoyo de Indap ha sido muy relevante para quienes han logrado la infraestructura requerida, aseguró Merino.

En el caso de José Arriagada, de Portezuelo, su interés en el rubro partió hace 15 años al buscar una alternativa de explotación para un huerto de olivos. “Me hice usuario de Indap e ingresé al Prodesal, empecé a capacitarme sobre el proceso de preparación de aceitunas y de mermeladas”, comentó.

Don José comenzó con una pequeña sala de procesos y hoy, gracias al Servicio de Asesoría Técnica, (SAT) en turismo Rural, se ha encaminado como una empresa familiar campesina para mostrar una experiencia distinta al rubro viñatero en el corazón del Valle del Itata.

“Ya tengo avances con los baños, una sala de degustación y con otros proyectos. Instalé paneles solares conectados a la red. En Portezuelo, el fuerte son los vinos patrimoniales, pero este también es un rubro sustentable y yo quiero mostrar algo distinto en el Valle del Itata, una granja sustentable y en eso tengo el apoyo de Indap”, comentó.

Frente a la aparición de otros productores en el mismo rubro, indicó que la clave es diferenciarse. “Mis aceitunas, las proceso y hago pastas, mermeladas y pasta de ají con una antigua receta”, contó, para lo cual utiliza su propia producción y lo que compra a sus vecinos. Por eso, estoy agradecido de Indap, que ha creído en mí, y respondo aprovechando bien los recursos que me otorgan y que me permiten mostrar cosas diferentes en el valle del Itata”, expresó Arriagada.