Un remolino marino de unos 15 por 17 kilómetros de diámetro existe en el Golfo de Ancud, mar interior de Chiloé, según reveló un estudio de modelación numérica realizado por un geofísico de la Universidad de Concepción.

Previo al este estudio desarrollado por Tomás Valderrama, había hipótesis acerca de la presunta existencia de un remolino que caracteriza a esta zona marítima, pero es la primera vez que se identifica científicamente.

Los remolinos son de suma importancia para procesos oceánicos, porque generan enormes variaciones en el nivel del mar, transportando y redistribuyendo la salinidad y el calor entre las distintas masas de agua, e intercambiando calor y agua con la atmósfera.

Por tanto, juegan un papel fundamental en la mezcla de capas oceánicas, intercambiando nutrientes y otros elementos entre zonas superficiales y profundas, y entre su zona de ubicación y su entorno.

El geofísico Valderrama destacó que “este descubrimiento es relevante debido a que los remolinos, en especial de esta escala, son difíciles de detectar. Por lo tanto, muestra la importancia que tiene el monitoreo a través de datos numéricos. La zona es de bastante interés tanto económico como ecológico, por lo que esto significa un paso adelante en el estudio y comprensión del área”.

Universidad de Concepción

Precisó que en la investigación denominada “Remolinos en el Golfo de Ancud: un análisis numérico”, “se cuantificó el número de eventos diarios observados en un período de 742 días entre 2018 y 2019”, observándose una “variabilidad estacional, su dimensión, las coordenadas donde se genera su centro y la profundidad que posee”.

De igual forma, detalló que los resultados permitieron determinar “que se trata de un remolino permanente, de dimensión variable de entre 10 y 40 kilómetros de diámetro”. Este fenómeno posee una estacionalidad, observando remolinos con mayor dimensión promedio en verano.

“Al ser la zona de interés pesquero, particularmente de la acuicultura, la existencia de un remolino… podrá acercarnos más al estudio del comportamiento de partículas, como larvas”, precisó el investigador.

Pero no solo eso, agregó que “se podrá entender de mejor manera los tiempos de residencia del agua para tomar mayor conciencia en casos como el de floraciones algales nocivas (marea roja) de 2016 u otros eventos contaminantes”.

El mar interior de Chiloé corresponde a un sistema marino conformado por el Seno de Reloncaví, el Golfo de Ancud y el Golfo Corcovado. Se conecta con aguas oceánicas mediante el Canal de Chacao en la zona norte, mientras que en la zona sur lo hace a través de la Boca del Guafo. El Golfo de Ancud se extiende entre la Isla de Chiloé y el continente. Se trata de un sistema de tipo estuarino con los pasos Nao y Queullín (Seno de Reloncaví) por el norte, el Canal de Chacao por el noroeste y los pasos Apiao y Desertores por el sur.

Universidad de Concepción

Según se precisó en la misma investigación, ahora corresponde “estudiar la dinámica de la zona para determinar la generación del remolino. También se debe estudiar su efecto sobre las partículas de agua, tanto con modelación de partículas como mediante datos en terreno. Y se debe evaluar el impacto biológico que causa este remolino”. Aspectos que el propio geofísico Tomás Valderrama espera iniciar en el marco del Magíster de Geofísica de la U. de Concepción.

Para el estudio se usaron datos de esta zona marina de hasta 250 metros de profundidad, como temperatura, salinidad y velocidad zonal y meridional de la corriente, provenientes de salidas del Modelo Operacional Sur-Austral, MOSA. Este es un modelo numérico basado en un sistema de modelación mayor, CROCO, desarrollado por el Instituto de Fomento Pesquero, el cual nace en respuesta a la necesidad de mejorar la gestión y control de las áreas de explotación marina de las regiones de Los Lagos y Aysén, explica el trabajo co-guiado por el geofísico Osvaldo Artal, investigador del IFOP.