El presidente saliente es el favorito para ganar el balotaje el 24 de abril, pero su ventaja en las encuestas frente a la ultraderechista Le Pen es mucho más estrecho que en 2017. De ahí el enorme suspenso que suscita el debate televisado del miércoles, pues éste puede ser decisivo.

A menos de una semana de la segunda vuelta de las presidenciales francesas, no hay nada decidido.

Los sondeos ofrecen una corta ventaja del 53 al 55,5% al presidente saliente respecto de su rival de extrema derecha. El margen es mucho menor al de 2017, cuando Macron ganó con un 66% de votos.

Por eso algunos franceses no descartan una sorpresa como el triunfo de Trump ante Clinton.

El momento de mayor tensión esta semana será sin duda el debate televisivo de alto riesgo que enfrentará a los dos candidatos el miércoles 20 de abril.

El tradicional duelo celebrado desde 1974 entre ambas vueltas de todas las elecciones presidenciales en Francia estará moderado por una periodista de la cadena pública France 2 y otro de la privada TF1.

Incluso la elección de los periodistas fue objeto de discusiones entre los dos bandos. Los asesores de Le Pen, según informaciones de prensa, descartaron a la periodista Anne-Sophie Lapix. El presidente interino del partido de Reagrupamiento Nacional, Jordan Bardella, dijo públicamente que Marine Le Pen no deseaba que Lapix animara el debate porque esa periodista “no logra disimular su hostilidad”.

Marine Le Pen y Emmanuel Macron “se juegan mucho” en este debate, estima por su lado el sociólogo y especialista de comunicación política Philippe Riutort.

En 2017, el debate fue desastroso para Le Pen, que se mostró agresiva y poco preparada ante el dirigente centrista lo que, según muchos analistas, provocó en gran parte su derrota.

El desafío de la segunda vuelta es convencer a los indecisos y a los abstencionistas, que en la primera vuelta superaron el 26% del censo. Especialmente importante será movilizar al electorado de izquierda, árbitro de esta ajustada carrera.

El candidato de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quedó en tercera posición con casi 22% del voto. Por eso, desde el cierre de la primera vuelta el 10 de abril, los dos finalistas no han dejado de hacer promesas ecológicas y sociales dirigidas a su electorado.

El sábado, Macron, a menudo criticado por su gestión medioambiental, prometió que su política si es reelegido “será ecologista o no será”, mientras Le Pen se presentaba como “madre de familia” protectora de los “más vulnerables”.