El referéndum promovido por el Gobierno de Viktor Orbán para pulsar la opinión de la ciudadanía sobre las reformas que limitan la difusión de contenidos LGTBI se saldó con un respaldo abrumador a las tesis oficialistas, pero sin el mínimo de participación suficiente para ser considerado válido.

Orbán hizo coincidir esta consulta con las elecciones parlamentarias, en las que su partido obtuvo de nuevo una amplia mayoría. Los votantes debían responder a cuatro preguntas relativas a las últimas reformas del Gobierno para impedir contenidos diversos en las escuelas.

En los cuatro casos, la proporción de votos a favor superó el 90%, con lo que Orbán logró así alcanzar la mayoría que exige la ley para los referéndum. Sin embargo, los votos válidos no representaron a más de la mitad del electorado, ya que rondaron el 44%, según las autoridades electorales.

Los medios oficialistas destacan que nunca antes una consulta se había saldado con tantos votos a favor de una de las dos opciones, mientras que la oposición ya venía reclamando que no se celebrase siquiera por considerar que era una herramienta más de propaganda al servicio de Orbán.

El primer ministro, sin embargo, justificó la celebración como una especie demostración de sus propias tesis conservadoras ante Bruselas, bajo la premisa básica de que son los padres quienes tienen el derecho último de elegir la educación que reciben sus hijos.