El primer ministro británico, Boris Johnson, expresó este lunes “la mayor admiración” por la reina Isabel II y se negó a hacer más comentarios sobre las duras confidencias del príncipe Enrique y su esposa Meghan acerca de la monarquía en la televisión estadounidense.

“Siempre he sentido la mayor admiración por la reina y por el papel unificador que desempeña en nuestro país y en toda la Commonwealth”, dijo Johnson durante una rueda de prensa. “No comento los asuntos de la familia real y no tengo intención de hacerlo hoy”, subrayó.

La “entrevista devastadora” del príncipe Enrique y su esposa Meghan a la televisión estadounidense fue como “un bombardero B-52” descargado sobre el Palacio de Buckingham, acusado de indiferencia ante las tendencias suicidas de ella y los pedidos de ayuda de él, e incluso de racismo hacia su hijo.

Un año después de su estrepitosa salida de la realeza británica y su partida a California, la pareja pintó con estas confesiones, recogidas por la estrella de la televisión y amiga personal Oprah Winfrey, un sombrío retrato de la monarquía británica.

“Fuera lo que fuera lo que la familia real esperaba de esta entrevista, esto fue peor”, afirmaba el diario conservador inglés The Times. “Meghan tuvo tendencias suicidas. Estaba preocupada por su bienestar psicológico. Lloró en un acto oficial. Y la familia real no ayudó”, agregaba el periódico, afirmando que se trata de “acusaciones perjudiciales” para la institución.

“La pareja cargó un bombardero B-52, sobrevoló con él el Palacio de Buckingham y descargó su arsenal justo encima”, afirmó por su parte el canal británico ITV, que compró los derechos y debía retransmitir las dos horas de entrevista el lunes por la noche en el Reino Unido.

Para la radiotelevisión pública BBC, “es una entrevista devastadora” que revela “las terribles presiones dentro del palacio” y dibuja “la imagen de individuos insensibles perdidos en una institución” tan perdida como ellos.

Con lágrimas en los ojos, Meghan, de 39 años, una exactriz emprendedora y acérrima defensora de los derechos de las mujeres, reconoció que llegó un momento en que “ya no quería vivir más”.

Y aseguró que cuando dijo a la familia real que estaba sufriendo por la agresiva cobertura de los medios sensacionalistas británicos y que necesitaba ayuda profesional, le contestaron “que no sería bueno para la institución”.