El incendio en la catedral de Notre Dame en París ha conmocionado al mundo, luego que la construcción con más de 800 años de historia quedara destruida en gran parte de su edificación, pese a que la estructura principal logró ser rescatada por los bomberos.

El incendio se originó a las 12:50 (hora de Chile) y se extendió por casi 10 horas, consumiendo gran parte del techo y la aguja de la iglesia, además de daños a la estructura y los pisos inferiores.

Cuando inició el fuego, hubo llamados a apagar las llamas de la forma más rápida posible, inclyendo la recomendación del presidente estadounidense Donald Trump, quien aconsejó el uso de aviones cisterna o personas que pedían que usaran toda el agua posible.

Aunque se utilizó una gran cantidad de agua, la mayoría era lanzada por los bomberos desde una distancia cercana al techo de la catedral, con el objetivo de evitar mayores daños a la antiquísima construcción.

En entrevista con diario El País de España, el subdirector del Instituto de Patrimonio de dicho país, Javier Ribera Blanco, explicó que el agua podía causar más daño que el fuego, debido a que la piedra podía absorber el líquido y derrumbarse.

Tomando como ejemplo lo ocurrido en el incendio que afectó a la catedral de León en España en 1996, la que se salvó luego de que no tiraran agua a la estructura.

“En León pasó lo mismo hace cincuenta años. El cantero dio la voz de alarma, se evitó mojar la piedra y la catedral se salvó”, contó Ribera Blanco.

Finalmente, el incendio fue controlado tras 10 horas de luchas,gracias al trabajo de 400 bomberos que se movilizaron con 18 mangueras tras descartar el uso de aviones cisterna para evitar que la presión del agua provocara un colapso del monumento.