El presidente estadounidense Donald Trump oficializó la nominación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett para la Corte Suprema de dicho país, en reemplazo de la difunta jueza progresista Ruth Bader Ginsburg.

Junto con el anuncio, anticipó una confirmación “directa y rápida” de Barrett por el Senado, dominado por los Republicanos. Trump dijo que Barrett, a su lado en el jardín de la Casa Blanca, es “una de las mentes legales más brillantes y dotadas”, subrayando su “fidelidad sin falla” a la Constitución.

“Amo los Estados Unidos y amo la Constitución de Estados Unidos”, declaró Barrett en una breve intervención en la que rindió homenaje a Ginsburg, la jueza progresista fallecida la semana pasada y que ella se encamina a remplazar.

Si esta profesora de derecho de 48 años es nombrada y confirmada, ello consolidaría la mayoría conservadora en la más alta instancia judicial del país, que toma decisiones cruciales para la sociedad estadounidense.

El rápido nombramiento de la sucesora de “RBG” es una decisión controvertida a menos de 40 días de las elecciones presidenciales, y seguramente será un tema presente cuando Trump y su rival demócrata, Joe Biden, se midan el martes en el primero de tres debates.

Tras la confirmación, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, llamó al Senado estadounidense a no pronunciarse sobre el nombramiento de Barrett a la Suprema antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

“El Senado no debería pronunciarse sobre esta vacante hasta que los estadounidenses no hayan elegido a su próximo presidente y su próximo Congreso”, dijo en un comunicado, pocos minutos después de que Trump confirmara a Barrett como su elección para ese puesto.

Los demócratas refutan que Trump -aspirante a un segundo mandato pero rezagado en las encuestas- no debería poder nombrar a un nuevo juez tan cerca de las elecciones presidenciales, previstas para el 3 de noviembre. Sin embargo, los republicanos reúnen los votos necesarios en el Senado para confirmar a Barrett.