El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó el lunes una visita sorpresa a la Iglesia de Saint John’s, un histórico edificio cerca de la Casa Blanca dañado el domingo por la noche al margen de una manifestación contra el racismo.

Después de una declaración en los jardines de la Casa Blanca en la que denunció el vandalismo de la víspera, el mandatario anunció, para sorpresa general, que iría a un lugar “muy muy especial”.

Y a continuación, se dirigió a pie a la llamada “iglesia de los presidentes”, ubicada enfrente a la residencia presidencial, que tras los desmanes del domingo resultó parcialmente dañada por un incendio y con grafitti.

“Tenemos un gran país”, dijo Trump, con una Biblia en la mano.

“Es el país más grande del mundo. Y garantizamos su seguridad”, agregó poco después, junto al fiscal general Bill Barr y la portavoz de La Casa Blanca, Kayleigh McEnany.

Unos minutos antes de la llegada del presidente, la policía había evacuado a los numerosos manifestantes presentes en el sitio y en la adyacente Plaza Lafayette.

Durante su breve alocución en los jardines de la Casa Blanca, Trump anunció el despliegue de “miles de soldados fuertemente armados” y de policías en Washington, calificando los disturbios del domingo como una “deshonra”.