El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, participó la noche del jueves en un mitín republicano con miras a la campaña de las elecciones legislativas de medio mandato, que renovarán un tercio del Senado, 435 escaños de la Cámara de Representantes y 36 gobernadores.

Las últimas encuestas han mostrado un crecimiento del Partido Demócrata que se estima obtenedrá una votación que terminaría con la mayoría republicana en ambas cámaras del poder legislativo en Estados Unidos, tal como mostró el estudio de la consultora NPR/Marist, que daba un triunfo por 12% a la oposición.

El aumento Demócrata coincide con el crecimiento de la facción más de izquierda de este partido, luego de la victoria de figuras jóvenes en las primarias de diferentes estados: Andrew Gillum (candidato a gobernador en Florida), Rashida Tlaib (postula a la Cámara de Representantes por Michigan), Alexandria Ocasio-Cortez (por Nueva York) o Ayanna Pressley (por Massachusetts).

Trump ha usado este “viraje a la izquierda” del Partido Demócrata en su campaña electoral y tal como ha ocurrido en otras elecciones del continente, recurrió a una comparación con la grave crisis humanitaria-social-económica que sufre Venezuela.

“La nueva plataforma del Partido Demócrata es un socialismo radical con fronteras abiertas. Yo no permitiré que Estados Unidos se convierta en la nueva Venezuela. Eso es lo que ellos quieren hacer”, declaró Trump.

El mandatario llamó a votar por los republicanos en las próximas elecciones legislativas, ante la posibilidad de que pierdan la mayoría en ambas cámaras. Tras recurrir a la situación en Venezuela también acusó a los demócratas de querer entregar “beneficios a los extranjeros ilegales”, consignó diario El País de España.

“Quieren dar servicios sociales y sanidad a los extranjeros ilegales, pagado por los americanos (…) Los demócratas van a quebrar la red de seguridad social de los americanos por la inmigración sin control”, sostuvo.

Las elecciones de medio mandato se desarrollarán el próximo 6 de noviembre, en la que será la gran prueba política de Trump antes del inicio de la campaña presencial para los comicios de 2020, que prometen ser de los más polarizados en la historia de Estados Unidos.