La candidata peruana Keiko Fujimori, hija del expresidente preso Alberto Fujimori, consiguió reflotar su figura política y a su partido, en un último impulso de maratonista que la ha puesto en la segunda vuelta electoral de los comicios presidenciales del 2021 frente al izquierdista extremo Pedro Castillo.

La exlegisladora ha sacado a relucir sus mejores dotes de atleta, una disciplina que abrazó tras su última derrota electoral en 2016, para aguantar la marcha de una campaña atípica, por las restricciones de la pandemia, y repuntar en los últimos días hasta quedar ubicada en la segunda posición, detrás del candidato sorpresa Castillo, y deshacerse de sus rivales más cercanos, los también derechistas Hernando de Soto y Rafael López Aliaga.

También ha sabido superar el más de un año de prisión preventiva que pasó en 2018 y 2020 mientras era investigada por delitos de lavado de activos y organización criminal, entre otros.

Fujimori, de 45 años, ha vivido casi toda su vida en la escena política, después de asumir el encargo de primera dama a los 19 años en el Gobierno de su padre, encabezó su partido Fuerza Popular en el Congreso y luego postuló dos veces a la presidencia de Perú, siendo derrotada en segunda vuelta por Ollanta Humala en 2011 y por Pedro Pablo Kuczynski en 2016.

Está casada con el estadounidense Mark Vito, quien también es investigado por delitos de corrupción, y es madre de dos niñas.

La sombra de la corrupción

En marzo pasado el fiscal José Domingo Pérez presentó formalmente una acusación que se dirige a un total de 40 implicados bajo la presunción de que Fujimori y la cúpula de su partido recibieron millonarios aportes ilegales de empresas en sus campañas electorales del 2011 y 2016, entre las cuales se encuentra la constructora brasileña Odebrecht, responsable del escándalo de sobornos Lava Jato en Latinoamérica.

La fiscalía ha pedido 30 años de prisión contra Fujimori, pero el juicio oral aún no tiene fecha de inicio, teniendo en cuenta que todos los procesos por el escándalo Lava Jato han sufrido retrasos por la pandemia de la covid-19.

El partido creado por Fujimori también se enfrenta a la disolución, de acuerdo a la acusación fiscal, siguiendo la hipótesis de Pérez de que fue una organización creada especialmente para recibir dinero que no fue reportado a las autoridades electorales.

La hija del exmandatario, condenado a 25 años de cárcel por abusos a los derechos humanos, fue señalada de obstruccionista y vengativa cuando, al ser derrotada por Kuczynski en 2016, su numerosa bancada en el Congreso decidió manejar su propia agenda y rechazó todo tipo de consenso político con el Ejecutivo.

Contra el indulto a su padre

El fujimorismo promovió la destitución de Kuczynski por sus vínculos con Odebrecht, a pesar de que el exgobernante indultó a Alberto Fujimori.

Keiko y sus operadores políticos expulsaron a su hermano Kenji y a un grupo de partidarios que negociaron la excarcelación del expresidente con el entonces gobernante. En ese momento, fines del 2018, Keiko buscaba alejarse de la figura de su padre y ser ella la única presencia de su familia en la dirección del partido.

A pesar de que prometió que no habría ningún Fujimori en los comicios del 2021, la exlegisladora asumió la nueva campaña presidencial dispuesta a retomar el bastión político de su padre en los sectores más conservadores y de derecha del país, y a tono con estos círculos, prometió “mano dura” bajo su eventual gobierno en los campos de la salud, la economía y la seguridad nacional.

Keiko Fujimori ha criticado los confinamientos dictados por el gobierno para controlar el avance de la pandemia, que ha superado los 1,6 millones de contagios y 54.000 fallecidos, y prometió que levantaría las cuarentenas para facilitar la recuperación de la economía y la reactivación de todas las actividades productivas.

Asimismo, ha planteado una reducción significativa de la pobreza, mediante la generación de empleo, y retornar a niveles de crecimiento del PIB de 6%, aunque sin precisar cómo lo haría. Otros sectores que están en su mira son una reforma tributaria para simplificar la formalización en el país y una reforma del sistema previsional para promover el ahorro privado.

Apenas conocidos los primeros avances que la ubicaban en la segunda vuelta electoral, Fujimori anunció que va a confrontar “al populismo y a la izquierda radical” en alusión a Castillo y confió en que serán “muchos los peruanos que se van a sumar” a su propuesta para llegar a la Presidencia porque no quieren ver convertido al país en “Cuba o Venezuela”.

Sin embargo, antes de que se confirmara su pase a la segunda ronda era la candidata con un mayor rechazo entre el electorado. Sólo una “esprint” final ante Castillo es el que le daba una real oportunidad para triunfar.