¿Qué pasa en el mundo que somos cada vez más indolentes? La de Haití, es una situación que no necesita explicación técnica o científica. Está en las calles, en el día a día y hasta en las redes sociales cargadas también de insultos e ironías para los que, huyendo de una crisis, se volvieron los más silenciosos extranjeros.

Haití es una nación tan empobrecida como olvidada. Los datos del Banco Mundial no hablan por sí solos. Ese cliché utilizado en las redacciones no sirve de nada. Hay que buscar sobre su realidad y desde 2017, el BM los dejó servidos para quienes busquen un baño de realidad internacional.

Por ejemplo, su ingreso anual per cápita (recibido, en promedio, por cada uno de los habitantes de un país) es de 765 dólares estadounidenses, igual a 502 mil pesos chilenos.
Sí, los haitianos sobreviven mensualmente con 63 dólares por cabeza, es decir, con 41 mil pesos chilenos o una cena de 14 de febrero, como muchos lo han visto en su ticket de cambio.

Banco Mundial / Captura de pantalla
Banco Mundial / Captura de pantalla

En 2016, cadenas como TeleSur hablaban de una complicada situación y se hacía el diagnóstico socio-económico de sus habitantes. Dos de cada tres de estos sobrevivían con menos de dos dólares al día. La llegada de un nuevo gobierno, representaba una esperanza de cambio.

Ahora, 3 años después, la situación no es diferente y puede explicarse entonces el estallido social que actualmente afecta a ese territorio, con casi una decena de personas fallecidas. Ya han pasado casi dos semanas de protestas, de las más graves en los últimos años.

Jovenel Moise es su presidente desde 2017 y se destacó por ser un empresario que venía de la clase media. Invirtió capital en la producción bananera y ayudó posteriormente a crear energía renovable en varias localidades de su natal departamento Noreste.

HECTOR RETAMAL / AFP
HECTOR RETAMAL / AFP

Sin embargo, se agotó el tiempo desde su asunción y con este, la paciencia de un pueblo que tiene en la mira al partido de Moise, el Tèt Kale. (cabeza calva del creole al español)

Acusan a varios de sus funcionarios, algunos ya no en el gobierno, de enriquecerse con ayuda económica de otra empobrecida nación: Venezuela y su ex proyecto estrella “Petrocaribe”.

Dos mil millones de dólares presuntamente malversados, según investigaciones del senado haitiano, tienen estrecha relación con el descontento ciudadano y el ingreso anual por cabeza, al que hicimos referencia al inicio.

Migración: la herencia de la pobreza y corrupción

Con la cruda realidad bailando en la cabeza de sus casi 11 millones de habitantes, la migración forma parte de una herencia maldita que la corrupción y pobreza han llevado a sus hogares. Han sido castigados no sólo económica, sino, moralmente.

La familia, ese núcleo o base central de la sociedad, en concepto memorizado desde etapas escolares, ha sentido el impacto de dos flagelos que no han traído consecuencias judiciales, es decir, con verdugos que van de administración en administración, paseando con impunidad.

Naciones Unidas ha venido hablando de esa difícil situación en cada hogar abandonado por uno o más de sus miembros, para buscar “el sueño sudamericano”, si de poner ejemplos de sueños se trata.

En 2017 ya se hacían cálculos al respecto. Desde 2014, Chile formó parte de la trilogía del sur, que recibió a 85 mil haitianos. Brasil y Argentina, son los otros dos huéspedes obligados de unos inmigrantes que llegaban con frio de ausencia y de condiciones climáticas. Las parcas que usan en una tibia primavera nos dan una idea de lo que pueden sentir.

De esas naciones mencionadas, la que más había otorgado residencias, ese ese lapso, fue Brasil. 67 mil, según los cálculos de la ONU. Chile llevaban para ese entonces 18.000.

Roger Lemoyne / UNICEF
Roger Lemoyne / UNICEF

“No me grabe por favor”

El español confuso de un haitiano puede ser una dificultad para muchos, pero para ellos, significa una oportunidad de vender un Super 8 en las calles. Total, les significa una frase no tan difícil de armar. En las calles de Concepción, la ciudad más grande en la Región del Bío Bío, se sientan a esperar que su mercancía se venda prácticamente sola. (La afición por esos chocolates no necesita de marketing)

Algunos reciben ayuda de otro tipo. Ropa, calzado y varios insumos que a veces les son entregados en bolsas y en plena faena en el conocido paseo penquista Barros Arana.

“Muchas gracias”, pronunciaba una joven vendedora que hoy no tenía a sus dos hijos al lado cuando vendía, como ya es costumbre para los 3. Había recibido una bolsa con varios zapatos. Se midió uno de ellos y supo que calzaba lo justo para usarlos. “Ya viene el invierno”, dijo y siguió vendiendo los dulces, bastante abrigada para ser verano.

Probablemente esté enterada de lo que pasa en su país, pero la técnica de sobrevivir ahora la mantiene distraída. Su compatriota Jonassaint, aceptó la llamada de la redacción de BioBioChile. Su español es tan complejo como su futuro en este lugar. No consigue más que trabajos temporales, pero no cree que sea buen momento de volver a Haití.

“Me dijo un amigo que todo está muy mal, que me quede aquí, no me gusta saber que hay problema allá, pero algo debe cambiar”, aseguró en una conversación breve.

¿Tienes esperanza?, le preguntamos. “Mucha”, dijo. “No me grabe por favor”, pidió en dos ocasiones. Le comentamos que era solo una llamada y que un colega nos dio su número.

Sin esperanza de volver, porque la situación es más difícil con la violencia estallando en su país, se escuchaba resignado. No pudimos obtener más. Otra vez el idioma es la barrera. Entre el español y el creole hay enormes diferencias, pero entre Chile y Haití, para gente como Jonassaint, hay un mundo de distancia que les imposibilita regresar, no al menos hasta que la realidad haitiana cambie.

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