Fidel Castro llevó las riendas del poder en Cuba durante 48 años y siguió influyendo en el destino de la isla hasta su muerte.
Con Fidel se va el rival firme de Washington, el defensor del socialismo a ultranza, el símbolo de la terca resistencia y de la intransigencia que no permitió disidencias.
¿Qué pasará con el modelo socialista que implantó y con las reformas que emprendió su hermano Raúl?, ¿Seguirá el acercamiento con Estados Unidos ahora que el imprevisible Donald Trump llegará a la Casa Blanca?
Varias preguntas asoman tras el deceso del dirigente a los 90 años.
¿Adiós al socialismo?
No, al menos así lo creen varios analistas consultados por la AFP. “El socialismo cubano ha sobrevivido a la larga enfermedad de Fidel Castro y probablemente también lo hará a su muerte”, dijo Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida.
Bajo el modelo de corte soviético, los cubanos reciben salud y educación gratuitas, pero perciben quizá los salarios más bajos de América que en promedio no superan los 29 dólares al mes. Al mismo tiempo el Estado, que controla el 80% de la economía, acumula serios problemas de ineficiencia.
“Lo que difícilmente continuará intacto es el modelo de un estado centralizado de bienestar, con un solo partido político (el comunista), y monopolizador de los medios de producción y comunicación”, añadió.
Para Arturo López-Levy, profesor de la de Universidad de Texas Rio Grande Valley, la población cubana “no es dada a devaneos” y “es conservadora en la defensa” de la tranquilidad social, por lo que difícilmente la ausencia de Fidel abrirá tensiones.
De ahí que la incipiente oposición cubana enfrente “las peores circunstancias”, porque por un lado está desconectada de “lo fundamental de los problemas centrales del cubano medio” y, por el otro, sus principales líderes se identifican con el pedido a Trump para que desmonte los avances logrados con el presidente Barack Obama.
¿Y la apertura económica?
“La muerte de Fidel Castro probablemente acelerará las reformas económicas en curso en Cuba bajo el liderato de su hermano Raúl. Quizás haya que esperar al retiro de Raúl de la presidencia en el 2018, según lo anunciado, para percibir con más claridad si habrá cambios sustanciales en la cúpula dirigente” cubana, señala Duany.
Sin apartarse del rumbo socialista, el menor de los Castro, de 85 años, emprendió una cauta apertura frente al trabajo privado y la inversión extranjera.
Cuba está en mejores condiciones que antes para continuar las reformas, apunta López-Levy. Para este experto, la clave está en las buenas relaciones diplomáticas que ha logrado consolidar.
La isla “está más integrada que nunca con su entorno regional”, y posee vínculos de afinidad tanto con aliados de Estados Unidos (Europa y Japón), como con sus rivales (Rusia y China), subrayó.
Por su parte, Duany insiste en que “la facción más ‘pragmática’ del gobierno cubano, encabezada por Raúl Castro, debe tener ahora más espacio de maniobra para continuar con el proceso de ‘actualización’ del modelo cubano”.
Sin embargo, Raúl Castro ha insistido en que los cambios previstos se aplicarán paulatinamente, sin políticas de choque, y cuando se den las condiciones necesarias.
¿Y Trump?
En su primer pronunciamiento sobre Cuba desde su elección, Trump reaccionó a la muerte de Fidel calificándolo de “dictador brutal” y prometió hacer “todo lo posible” por ofrecer a los cubanos un camino de “prosperidad y libertad”.
“Creo que en un momento como éste, que es particularmente sensible para los cubanos por la muerte de Fidel, expresarse de esa manera, demuestra una incapacidad tremenda para lidiar con la diplomacia internacional”, dice el académico y exdiplomático cubano Jesús Arboleya.
Añade que “si alguna declaración unifica a la mayoría del pueblo cubano (…) es una declaración como ésta, que es particularmente ofensiva, irrespetuosa, incluso inhumana, sin ninguna ética”.
Duany es más cauto. “Todo indica que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos serán más tirantes bajo la administración de Trump que bajo la de Barack Obama. No obstante, aún no sabemos en qué consistirá exactamente la política del nuevo presidente”.
Otra “incógnita es cómo la muerte del expresidente Castro afectará la visión sobre Cuba de la administración presidencial de Donald Trump. Sería racional que el deceso del líder revolucionario ratifique en Washington el diagnóstico de Cuba como país en transición”, comenta López-Levy.
Pero Arboleya insiste en que la declaración de Trump “va afectar el desarrollo de las relaciones porque establece un precedente muy negativo en la posibilidad de un diálogo con el gobierno norteamericano”.