A menos que se interponga un milagro, Brasil tendrá nuevo presidente este miércoles si el Senado destituye a Dilma Rousseff, un fallo histórico que todo indica que acabará un ciclo de cuatro gobiernos consecutivos de la izquierda.
Pasas las 11:00 horas de este miércoles, el Senado inició la última sesión del impeachmnent contra Rousseff, donde hablarán durante una hora cada uno, la defensa de la presidenta y la parte acusadora, luego se procederá a votar la destitución de la mandataria, quien hablará una vez que concluya el proceso.
Tras el inicio de la sesión, la defensa de Rousseff plantó dividir la votación en dos partes: una donde se defina la destitución y otra la prohibición de ejercer cargos públicos por 8 años, lo que fue aceptado por el presidente de la Suprema Corte y moderador del impeachment, Ricardo Lewandowski.
La sentencia cerrará una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en ruta a su peor pérdida de riqueza en 80 años, cerca del 7% del PIB entre 2015 y 2016, y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.
De concretarse, será un final inesperado para la primera mujer en presidir Brasil, suspendida en mayo tras ser acusada de manipular las cuentas públicas para asegurar su reelección en 2014 y continuar con esa práctica al año siguiente.
“La posibilidad de que Dilma no sea destituida es casi nula…Hoy las chances de que sea destituida son de un 99%”, opinó Adriano Codato, profesor y analista de la Universidad de Paraná.
Lo cierto es que ya nadie duda en Brasilia de que la presidenta será condenada.
Su caída entronizará a su vice Michel Temer (PMDB), que la reemplazó tras saltar a la oposición y convertirse en la mano detrás de su eventual “pena de muerte política”, como ella misma definió al proceso, con el objetivo de cambiar el rumbo político del país.
Sin apoyo popular, la dama de hierro del Partido de los Trabajadores (PT) jugó su última carta el lunes en una dramática presentación ante el Senado en la que asumió su defensa y respondió cuestionamientos durante 14 horas para intentar evitar una condena.
“Pido que voten contra el impeachment y en favor de la democracia”, instó Rousseff a los senadores, que protagonizaron estos días un intenso y por momentos descontrolado debate.
“Si se consuma, resultará en la elección indirecta de un gobierno usurpador”, añadió antes de afirmar que era víctima de un golpe de Estado.