Shakespeare in Love le ganó a todos en 1999 cuando se alzó con el Oscar a Mejor Película al finalizar la ceremonia de ese año. La competencia hizo que muchos pensaran que era imposible, pero el "Dios" de Hollywood creó la máquina perfecta para subirse al escenario y agradecer a la Academia.

‘Shakespeare in Love’ es una de las películas más exitosas de los años 90′. Protagonizada por Gwyneth Paltrow y Joseph Fiennes, se consagró en la gloria de 1999 al conseguir 7 premios Oscar, entre los que estaba mejor película, actriz, vestuario, etc.

La noche de la ceremonia, la película ya venía de una racha de buenas noticias, logrando reconocimiento en otros prestigiosos premios como los Globos de Oro, Bafta o SAG Awards.

Gran parte de ellos ganados a punta de una increíble y agresiva campaña publicitaria de su productor, el que es actualmente el hombre más repudiado de Hollywood, Harvey Weinstein, pero que en ese momento era el “Dios” de la industria audiovisual.

En ese momento, Weinstein ni siquiera imaginaba lo que vendría 20 años después en su vida, por lo que todo estaba permitido con tal de lograr la gloria en esa temporada de premios.

25 años después se develan los secretos de una producción que nada tuvo de apacible, más bien, hubo una pérdida de dinero importante por una actriz que no llegó a trabajar, así como amenazas que daban luz del monstruo que estaba detrás de esta recordada película.

Pero sin duda, una campaña publicitaria que fue el ejemplo de otras películas que también quisieron tener el protagonismo y más de una estatuilla en su cartel.

“Shakespeare in Love” a la caza del Oscar

El año que Shakespeare in Love se alzó con el Oscar a Mejor Película, en 1999, tenía la competencia mucho más fuerte de la que muchos podían imaginar.

Junto a ella estaban pesos pesados de la industria cinematográfica y sobre todo, de Hollywood, como “Salvando al Soldado Ryan” dirigida por Steven Spielberg y La Vida es Bella, el drama italiano de Roberto Benigni.

Pero, pese a que Benigni ese año saltó encima de las sillas gritando su felicidad al recibir el Oscar a Mejor Actor o Spielberg, corriera a recibir su segundo Oscar a Mejor Director, nada de eso les valió para quedarse con Mejor Película.

Pero, ¿qué pasó para que estos elogiados dramas que hicieron botar cientos de lágrimas ese año no llegaran a tener la ansiada estatuilla a Mejor Película? La respuesta es siempre, la campaña de Harvey Weinstein.

Aunque pasaron cinco años para que la película viera la luz, el trabajo de joyería que hicieron con la publicidad para los miembros de la academia dejó atrás a todos.

Eso porque el productor ocupó todas las claves del éxito de esos años, pero agrandó la apuesta, gastando hasta 5 millones de dólares, que en esa época doblaba el presupuesto normal para las campañas.

Un rodaje que terminó muy diferente

Antes de que “Shakespeare in love” viera la luz, mucha agua pasó bajo ese puente, partiendo porque Gwyneth Paltrow no es la primera actriz seleccionada para Victoria de Less, sino que Julia Roberts.

El problema, se negó a trabajar con alguien más que no fuera Daniel Day-Lewis, quien ya estaba comprometido con otro film. Él no accedió y ella salió de la producción dejando 6 millones de dólares perdidos en producción, consignó El País.

Ahí es cuando entró en el juego Harvey Weinstein, quien llamó a Universal, dueño del guion, lo compró y junto a Miramax, comenzó trabajar en la película que tenía a Gwyneth Paltrow a la cabeza.

El estreno de la comedia romántica fue el 11 de diciembre de 1998, recaudando 289 millones en todo el mundo, sin embargo, ese éxito no hablaba tanto de la calidad frente a otras películas como la de Spielberg.

La frase “Salvar al soldado Ryan solo merecen la pena los primeros 15 minutos”, que inventó el mismo Harvey Weinstein es una de las artimañas que fraguó en una campaña para que su película estuviera en todas partes y todos lo pudieran ver, considerando que ese “todos” es exclusivamente los miembros de la academia.

Las claves del éxito de Weinstein para poner Shakespeare in Love en los Oscar

En 1999 para que una película ganara el Oscar no valía que tuviera éxito comercial o un elenco de lujo, sino que también lo vale el compromiso que tienen con el proceso de promoción de esta y en eso, Harvey era experto.

Gwyneth Paltrow se transformó ese año en la actriz del momento, casi que la revelación del año, aunque ya era conocida; sin embargo, las revistas la amaban, los periodistas buscaban sus entrevistas y se rio de cuanto chiste malo le contaron ese año, el objetivo, encantar a todos hasta que subiera al escenario del entonces teatro Kodak.

Pero lo que mejor hizo Weinstein es mostrar la película en todas partes, no importaba el formato, un cine no era necesario cuando podías enviar el VHS y que el votante de la academia la viera sentado en el sofá de su casa, consignaba Esquire.

Pero más allá de las artimañas para que el film estuviera hasta en el centro de retiro de miembros de la academia, ostentosas galas con los actores, salas de proyección en todas partes y llamativos anuncios publicitarios por Hollywood Boulevard, había un factor importante a la hora de hacer que votaran por la película y así lo describió Sasha Stone a The New York Times.

“Todos sabían que Weinstein jugaba sucio”, añadiendo, “el por qué se le conocía como el susurrador de los Oscars, es que conocía a los votantes mucho mejor de lo que se conocían a ellos mismos; les dio la justificación que necesitaban para votar con sus corazones, y no con su cabeza”.

Con eso se refería específicamente a que la película habla del proceso de trabajo, del oficio de la actuación, apelando a los mismos votantes que viven constantemente en ese trance.

Harvey Weinstein: la máquina de los Oscar que vive en la cárcel

La campaña de Harvey Weinstein para que Shakespeare in Love ganara el Oscar se sabía que era sucia, sin embargo, para Hollywood se transformó en una genialidad y le dio al productor el poder que luego lo hundiría, indicó LA Times.

Sus actores acudían a cuanto evento les presentara, buscaban donde estaban los votantes para asegurarse de que vieran el film y las invitaciones a todo tipo de actividades relacionadas con la película, era algo que debían hacer sí o sí.

De ahí que muchos imitaran la fórmula Weinstein para lograr llegar a la estatuilla, pero también que otros films ni siquiera se esforzaran por lograr llegar a siquiera estar en la papeleta de nominación, porque el trabajo sigue siendo duro, aunque la Academia endureciera sus normas y expulsara a Weinstein de sus filas.

Actualmente, el genio de los Oscar, Harvey Weinstein, cumple sus 23 años de cárcel en la Wende Correctional Facility, lugar al que llegó tras ser sentenciado por varios delitos sexuales, entre los que están abuso y violación.