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La tasa de inflación interanual de la zona euro alcanzó el 2,5% en enero, un aumento respecto a diciembre de 2024, marcando el mayor incremento de precios desde julio pasado, destacándose el alza en los costos de la energía. A su vez, el precio de los alimentos frescos subió un 1,4% anual, mientras que los bienes industriales no energéticos se mantuvieron en un 0,5%. Excluyendo la energía, la inflación se situó en 2,6%, siendo la más baja desde septiembre. En cuanto a la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos frescos, se situó en 2,7%. España registró una tasa del 2,9%, con un diferencial desfavorable de cuatro décimas respecto a la eurozona. Expertos advierten sobre la presión inflacionaria por el aumento salarial y de costos energéticos, junto con la incertidumbre que generan los posibles aranceles de EEUU sobre la eurozona.

La tasa de inflación interanual de la zona euro se situó en enero en el 2,5%, una décima por encima del dato de diciembre de 2024.

Esto supone el cuarto repunte consecutivo del dato y el mayor aumento de los precios desde julio del año pasado, en gran medida por la mayor contribución al alza de la energía, según la estimación preliminar publicada este lunes por Eurostat.

En concreto, en el mes de enero el coste de la energía registró una subida interanual del 1,8%, frente al incremento del 0,1% del mes anterior, lo que representa el mayor aumento desde abril de 2023.

Inflación zona euro

De su lado, el precio de los alimentos frescos se encareció en enero un 1,4% anual, dos décimas menos que en diciembre de 2024, mientras que los bienes industriales no energéticos subieron un 0,5%, en línea con el dato anterior, y los servicios moderaron su coste al 3,9% desde el 4% de diciembre.

De tal modo, al excluir del cálculo el impacto de la energía, la tasa de inflación interanual de la zona euro en enero fue del 2,6%, una décima inferior al dato de diciembre de 2024 y el nivel más bajo desde septiembre del año pasado.

En cuanto a la tasa de inflación subyacente, que además de los precios de la energía deja fuera del cálculo también a los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, se situó en enero en el 2,7%, en línea con la subida de los últimos cinco meses.

Entre los países de la eurozona, las mayores tasas de inflación en enero correspondieron a Croacia (5%), por delante de Bélgica (4,4%) y Eslovaquia (4,1%), mientras que las menores subidas de precios se observaron en Irlanda (1,5%), Finlandia (1,6%), Italia y Malta (ambos 1,7%).

En el caso de España, la tasa de inflación armonizada en enero fue del 2,9%, manteniendo así un diferencial de precios desfavorable respecto de la eurozona de cuatro décimas.

Aranceles amenazan margen del Banco Central Europeo para bajar tipos

“La trayectoria para 2025 debería ser desinflacionaria, pero la pregunta es hasta qué punto”, se pregunta Bert Colijn, economista de ING Research, ante la perspectiva de que la presión del aumento salarial se alivie sustancialmente hacia final de año, mientras que los precios de la energía han vuelto a subir y las empresas esperan trasladar los mayores costes a los consumidores en los próximos meses.

Asimismo, ante la amenaza de aranceles de EEUU falta por ver la respuesta de la Comisión Europea, ya que la imposición de medidas de represalia “volvería a aumentar la inflación”, por lo que “los riesgos inflacionarios están lejos de haber disminuido por completo” y alimenta la incertidumbre sobre “hasta dónde puede bajar el BCE los tipos para darle a la economía más margen de maniobra”.

En este sentido, Paolo Grignani, economista senior de Oxford Economics, señala que la primera cifra de inflación de 2025 “no trajo grandes sorpresas” y los componentes más rígidos del índice “aún no muestran signos convincentes de desinflación”, por lo que el dato de enero “no brinda mucho consuelo a los miembros ‘dovish’ del BCE”.

Además, si bien la UE ha esquivado de momento la amenaza directa de aranceles de EEUU, los riesgos han aumentado significativamente, ya que, “incluso si Trump no impone aranceles adicionales, el impacto en la cadena de valor global probablemente se sentirá incluso en la eurozona”.

De manera similar, Grignani advierte de que el debilitamiento del tipo de cambio y el consiguiente aumento de la presión inflacionaria “pueden generar cierta preocupación entre los miembros del BCE sobre la velocidad de la normalización de la política (monetaria)”.