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Un estudio de la Universidad de Southampton en el Reino Unido revela que las partículas emitidas por algunas pastillas de freno comunes pueden ser más tóxicas que las de los gases de escape diésel, especialmente aquellas con mayor contenido de cobre. Estas emisiones no reguladas por la legislación contribuyen significativamente a la contaminación del aire, siendo el polvo de frenos el mayor emisor. La transición a vehículos eléctricos también genera partículas debido a la fricción y desgaste de carreteras y neumáticos. Estudios en células pulmonares muestran que las pastillas de freno con menos cobre son menos tóxicas, sugiriendo que reducir este componente podría mitigar los efectos nocivos. Esta investigación destaca la importancia de regular y controlar las emisiones de partículas no solo de los tubos de escape, ya que las emisiones de vehículos eléctricos podrían incrementarse en el futuro, planteando desafíos para la salud pública y las políticas ambientales.

Un estudio de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, ha descubierto que las partículas emitidas por algunas pastillas de freno pueden ser más tóxicas que los gases de escape de vehículos diésel.

Así la investigación, publicada en Particle and Fibre Toxicology, demuestra que una mayor concentración de cobre en las pastillas está asociada a mayores efectos nocivos en las células sensibles de los pulmones, consigna nuestro medio asociado Europa Press.

La exposición a la contaminación generada por autos, furgones y camiones se ha relacionado desde hace tiempo con un mayor riesgo de enfermedades pulmonares y cardíacas.

En el pasado la atención se ha centrado principalmente en las emisiones de gases de escape. Sin embargo, también se liberan partículas al aire por el desgaste de los neumáticos, las calles y las pastillas de freno.

Estas fuentes de contaminación actualmente son responsables de la mayor parte de las emisiones de partículas de los vehículos en el Reino Unido y en partes de Europa.

Las emisiones de las pastillas de freno también las producirían autos eléctricos

El autor principal del estudio, el doctor James Parkin, explica que el paso a los coches eléctricos está agudizando el problema: “Por lo general, la gente asocia la contaminación de los coches a la procedente de los tubos de escape y piensa que los vehículos eléctricos tienen cero emisiones”.

Sin embargo, los vehículos eléctricos siguen produciendo partículas debido a la fricción y el desgaste de la carretera, los neumáticos y los frenos, agrega.

“Queríamos entender cómo afectan los distintos tipos de composición química de las pastillas a la toxicidad de las partículas emitidas y qué puede significar esto para la salud de las personas”, añadió.

Los científicos realizaron un estudio sobre los efectos en la salud pulmonar de las partículas procedentes de cuatro tipos distintos de pastillas de freno: poco metálicas, semimetálicas, orgánicas sin amianto e híbridas-cerámicas.

Cobre en pastillas de freno vinculado a daños en células pulmonares

Estas partículas diminutas pueden abrirse paso más allá de las vías respiratorias superiores, penetrando los delicados alvéolos pulmonares, que permiten el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono desde y hacia el torrente sanguíneo.

Las partículas de las pastillas de freno se recogieron con un equipo especializado.

Los resultados mostraron que, de los cuatro tipos de pastillas de freno, las pastillas orgánicas sin amianto eran las más potentes en cuanto a inducción de inflamación y otros marcadores de toxicidad, y más tóxicas para las células pulmonares humanas que las partículas de escape de gasóleo.

Las pastillas cerámicas fueron las segundas más tóxicas. Es importante señalar que tanto las almohadillas orgánicas sin amianto como las cerámicas contienen altas concentraciones de cobre. Experimentos posteriores para eliminar este cobre descubrieron que las partículas eran menos tóxicas.

Los resultados sugieren que una reducción del contenido de cobre en las pastillas de freno podría ayudar a mitigar algunos de los efectos nocivos de las partículas de los vehículos.

Las emisiones podrían ir en aumento

La contaminación atmosférica, incluida la procedente de los automóviles, se ha relacionado con una serie de afecciones, como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las enfermedades cardiovasculares, la demencia y la fibrosis pulmonar idiopática (cicatrización del pulmón).

“Esta investigación tiene importantes implicaciones para la salud y la política futura, porque a medida que cambiemos los coches diésel y de gasolina por vehículos eléctricos, las emisiones de partículas no procedentes de los gases de escape seguirán existiendo.

Las emisiones no procedentes de los gases de escape podrían aumentar con el tiempo debido a que los vehículos eléctricos son más pesados que los de motor de combustión y crean mayor fricción”, indicó el supervisor del proyecto, el profesor Matthew Loxhan.

Los investigadores subrayan que, aunque los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, no están exentos de emisiones y que los efectos sobre la salud de las emisiones de los vehículos no desaparecerán necesariamente por completo una vez que el parque automovilístico esté totalmente electrificado.

Sugieren que la legislación actual, centrada en las emisiones de escape de partículas, puede ser inadecuada para mitigar por completo los efectos de los vehículos sobre la salud en el futuro.