La empresa neerlandesa Spaceborn United, busca concebir bebés en el espacio. De momento, los esfuerzos se concentran en lograr la reproducción de ratones, siendo el siguiente paso las células humanas.

Un emprendedor neerlandés asegura que las colonias humanas fuera del planeta Tierra no serán viables sin lograr que haya reproducción en el espacio. Por eso, trabaja para conseguir la fecundación y eventualmente el nacimiento de bebés en un entorno de gravedad parcial.

“Si queremos tener colonias humanas (…) más allá de la Tierra y si queremos realmente que sean independientes, tenemos que enfrentar el reto de la reproducción”, estima Egbert Edelbroek, responsable de la pionera empresa Spaceborn United.

A su juicio, la humanidad debe “convertirse en una especie multiplanetaria”. El empresario está convencido de que a lo largo de su vida verá nacer a un ser humano concebido en el espacio.

No obstante, ante las dificultades de mantener relaciones sexuales en el espacio, empezando por la falta de gravedad que alejaría a la pareja, Spaceborn United trabaja en primer lugar en la concepción de un embrión.

Por motivos éticos, la empresa busca primero la reproducción de ratones antes de plantearse el envío de espermatozoides y óvulos humanos lejos de la Tierra. Para ello ha creado un disco que mezcla estas células. Es como una “estación espacial (para ellas)”, resume Aqeel Shamsul, consejero delegado de la sociedad británica Frontier Space Technologies, que colabora con Spaceborn en este proyecto.

En concreto, el embrión se congelará criogénicamente para suspender su desarrollo y garantizar un regreso seguro en condiciones difíciles, con sacudidas y fuerzas gravitacionales.

Así, tienen previsto un lanzamiento con células de ratón para finales del próximo año. Para el primer lanzamiento que busque producir un embrión humano, dice Edelbroek, habrá que esperar al menos “cinco o seis años”.

Bebés concebidos en el espacio: Un dilema ético

Según Deutsche Welle, el envío sería un pequeño primer paso, ya que hará falta un paso de gigante en el plano ético antes de que un embrión así pueda ser reimplantado en un humano. Y con esto, que nazca un primer niño concebido en el espacio.

“Es un asunto delicado. Al final, exponemos células humanas vulnerables, embriones humanos, a los peligros del espacio (…) para los que los embriones no están concebidos”, reconoce Edelbroek.

La sensibilidad de estas cuestiones es uno de los motivos por los que la investigación sobre la reproducción espacial generalmente fue confiada a empresas privadas, más que a la NASA, explica el emprendedor.