La Fosa de Atacama se encuentra a 8 mil metros de profundidad, en las costas del norte de Chile. Un grupo de científicos participo de la expedición "Atacama Hadal", que los llevó a investigar las peculiares formas de vida que habitan el lugar.

Desde hace unos años, científicos chilenos han investigados los especies y criaturas que se esconden en las profundidades de sus aguas, específicamente en la Fosa de Atacama.

Se trata de una zona ubicada a más de 8 mil metros de profundidad, en las costas de la región de Antofagasta. Un lugar donde la vida adopta la forma de pequeños crustáceos similares a camarones (anfípodos) e invertebrados parecidos a pepinos de mar (holoturias).

Así lo confirmaron el grupo de especialistas de la expedición Atacama Hadal, quienes se convirtieron en los primeros humanos en explorar este territorio.

La misión la conformaron investigadores de diferentes universidades chilenas asociadas al Instituto Milenio de Oceanografía (IMO-Chile), junto al equipo dirigido por el explorador estadounidense Víctor Vescovo, y abordo del buque exportador DSSV PressureDrop.

Marcelo Oliva, doctor en Oceanografía Biológica y académico de la Universidad de Antofagasta, formó parte de la misión y catalogó el hecho como “uno de los hitos más importantes de la ciencia oceanográfica chilena, con repercusiones a nivel global”.

Los primeros pasos

El Dr. Oliva explico que todo partió en 2018 con la expedición Atacamex, donde se usaron trampas para obtener muestras de material biológico en la Fosa de Atacama.

Bajo este contexto, se presenta la oportunidad de trabajar con Víctor Vescovo y su proyecto FiveDeeps, un programa para bajar a las fosas más profundas del planeta.

“Ahí se genera una colaboración y se comienza a planificar esta nueva expedición, con la ventaja que ahora haríamos descensos tripulados en un mini submarino especial, llamado ‘DSV Limiting Factor"”, afirma el especialista.

“Este submarino está certificado para resistir presiones máximas de 12 mil a 14 mil metros, es decir, es un equipo extraordinariamente sofisticado y seguro”, agregó.

En los dos descensos participaron Osvaldo Ulloa y Rubén Escribano, miembros del IMO-Chile, junto a Vescovo, quien pilotó el submarino.

Sumando el tiempo de descenso, observación y retorno, cada viaje a las profundidades duró alrededor de 10 horas.

“Aunque se trata de un equipo extraordinariamente seguro, siempre hay una posibilidad mínima de fallo. Lo bueno es que durante todo ese periodo siempre estuvimos en contacto con nuestros colegas”, confesó el experto en oceanografía.

Fosa de Atacama: un vistazo a lo desconocido

Al llegar al fondo del mar, los investigadores se mostraron emocionados con el paisaje frente a sus ojos y los curiosos seres que habitaban el lugar.

“Fue muy emocionante comprobar que, pese a todo lo que se creía hace 30 o 40 años, hay vida allá abajo. Yo diría que una de las conclusiones de esta expedición es precisamente que nos demuestra que existe vida incluso en los puntos más recónditos del planeta”, afirmó Marcelo Oliva.

Los científicos hallaron una gran cantidad de holoturias y anfípodos. A pesar que su objetivo era encontrar peces, el quipo no consiguió divisar alguno, lo que ” no quiere decir que no existan”, aseguró Oliva.

No obstante, los especialistas obtuvieron un sondeo general del territorio y su composición, catalogándolo como una zona “muy irregular”.

“Se observaron zonas de planicie y también zonas de fuertes accidentes, no es una llanura. Hay que recordar que esta fosa está en la zona de subducción entre la placa Sudamericana y la de Nazca, y por ende está en constante cambio”, explicó el académico.

Un futuro lleno de nuevo conocimiento

Para el experto, plantear la posibilidad de vida a 8 mil metro de profundidad hace unas décadas atrás era considerada una locura dado las condiciones de la zona.

Sin embargo, con estas expediciones submarinas el panorama científico cambió y estudios han determinado que una serie de procesos fisiológicos permiten que organismos muy distintos a los que se encuentran cerca de la superficie, viven en aquel entorno.

“Por eso observar esta gran diversidad es emocionante y abre una ventana de oportunidad muy amplia en términos de investigación. Es increíble ver cómo estos organismos se han adaptado a esas tremendas presiones”, expresó Marcelo Oliva.

Para el biólogo marino haber participado de esta expedición marcó un hito en la oceanografía nacional e internacional. “Poner por primera vez a dos chilenos a 8 mil metros, te llena de satisfacción, pensando en lo que puede significar para la oceanografía del futuro”, agregó.

Por ahora, el experto y su equipo comenzarán por estudiar las muestras que obtuvieron durante la misión.

El Dr. Oliva señaló que si se presenta una nueva oportunidad para volver a la Fosa de Atacama, su principal motivación será acceder a muestras de peces y llevar a acabo nuevas investigaciones que aporten a la divulgación científica.