Se ha hecho costumbre escuchar, en época de invierno, sobre tornados y trombas marinas que han dañado ciudades en territorio chileno. A priori estos conceptos suelen confundirse entre las personas; si bien sus características son similares, se diferencian en cuento a su origen.

Según detalla la Onemi, la gran diferencia que existe entre estos dos fenómenos climáticos es que el primero se origina en tierra por concentraciones de aire, mientras que el segundo tiene una conformación similar, pero originándose en el mar.

“El tornado es un fenómeno meteorológico local (eolo-meteoro), que se produce en una zona muy específica del territorio. Ocurre durante tormentas de gran intensidad y puede durar desde minutos hasta horas. Se caracteriza por tener un movimiento circular y forma de embudo alargado (o una cuerda), que desciende desde la base de una nube de desarrollo vertical (cumuliforme). Su diámetro, por lo general, es de algunas decenas o cientos de metros.

A lo que agregan: “Los vientos asociados a un tornado pueden superar los 100 a 300 km/h, lo que hace de este fenómeno el más intenso y de mayor capacidad destructiva a nivel atmosférico”.

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Por otra parte, el organismo aclara que las trombas marinas suelen tener efectos destructivos en las ciudades costeras de nuestro país. Sin ir más lejos, la última a gran escala se produjo en marzo de 2018.

“En términos generales, corresponde al mismo fenómeno que el tornado pero generado sobre el agua, pudiendo también llegar a tierra y causar daños”, especifican.

En este sentido, la Onemi asegura que existen características del tiempo que hacen prever la conformación de un tornado o una tromba en el mar.

En primer lugar destacan: “Hay que estar atentos a la existencia de una nube grande, obscura y rotante de la que se desprende una forma de embudo”.

A lo que agregan: “Generalmente se puede producir un ruido fuerte, similar al sonido de un tren de carga o varios camiones acercándose”.

Por último especifican que: “Se puede producir un remolino de objetos levantados por el viento, que puede indicar la presencia del tornado, aún si la nube en forma de embudo no es visible”.

Ambos fenómenos se miden mediante la escala de Fujita-Pearson, la cual los califica entre F0 y F6. En el caso de Los Ángeles, el tornado alcanzó magnitud F1, debido a que los vientos alcanzaron 180 kilómetros por hora.