Más de 15 mil personas llegaron ayer al Movistar Arena para una nueva versión del festival Santiago Gets Louder, evento que se perfila como una de las citas rockeras y metaleras más importantes de la cartelera local.

Esta vez, la música en vivo estuvo a cargo de Black Star Riders, Criminal, Recrucide y Temple Agents, además de los shows estelares de Alice in Chains y Judas Priest.

Santiago Gets Louder
Santiago Gets Louder | Carlos Müller | Lotus

La apertura de puertas ocurrió a las 14:30 horas, mientras que las primeras presentaciones sucedieron pasadas las 16:00 horas, con masiva presencia de público. Un sector de comidas y bebidas alcohólicas recibía a los asistentes que entraban y salían de los dos escenarios montados (el Movistar Arena y el Monster Stage, instalado afuera), sin embargo, este no dio abasto tras la masiva respuesta al evento.

Ayer, mientras el festival acontecía, la totalidad de las entradas se agotaron, lo que luego se tradujo en filas alrededor de un patio de comidas cuyo consumo era exclusivo a su delimitación, problema no menor que se resolvió al momento de los números principales.

ECM | BBCL
Las filas alrededor del patio de comidas | BBCL
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Sello grunge

Pasadas las 19:00 horas, Alice in Chains, la mítica banda de Seattle, hizo ingreso al gran Domo del Parque O’Higgins para realizar, a juicio de no pocos fans de anoche, una de sus mejores presentaciones en el país.

Con un repertorio con énfasis en los hits y las canciones acústicas que los distinguieron de la tropa de bandas grunge de la época, la agrupación comandada por Jerry Cantrell protagonizó un show coreado de principio a fin, que sirvió para presentar las canciones de su último disco, Rainier Fog, lanzado en agosto.

Heaven Beside You, Down in a Hole y No Excuses, consecutivamente, fueron un mantra que se perpetuó por varios minutos, y que sirvió de sosiego para el tramo más pesado del setlist, a cargo de los tracks que hicieron de Alice in Chains (tal como en los noventa) un foco de atención para quienes gustan del metal.

Jerry Cantrell, Alice in Chains
Jerry Cantrell | Alice in Chains | Carlos Müller
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De ahí en adelante, más clásicos, como We Die Young y Angry Chair, para luego dar paso a la recta final con Man in the Box marcando el quiebre y Got Me Wrong en la dosis de nostalgia por Layne Staley, otrora frontman y mártir, reemplazado en el nuevo milenio por William DuVall que ya no necesita demostrar pruebas de su virtuosismo y capacidad vocal, distinta a la del ícono fallecido.

Would?, acaso su canción más popular, marcó el principio de una despedida que terminó en aullidos con Rooster, single cuyo línea inicial sobrevive incluso entre quienes no conocen al grupo. Ovación total para Alice in Chains anoche en Movistar Arena

A lo Judas

El cierre de Santiago Gets Louder estuvo reservado para Judas Priest, el colectivo inglés de heavy metal (cosecha 1969) que lideran Glenn Tipton, Ian Hill y Rob Halford, su característico vocalista.

El reencuentro sirvió también para presentar su último trabajo discográfico: Firepower, cuya canción homónima abrió el recital. Sin embargo, el grueso estuvo dedicado a los himnos de la banda, que fueron sostenidos por gráficas visuales, una motocicleta sobre el escenario y el sonido sólido de un referente del género.

ECM | BBCL
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¿Le pesan los años a la voz de Halford? Para nada. ¿Es un show más nostálgico que contemporáneo? Tampoco: respetuoso de la historia ante todo, pero actual y moderno. Running Wild, Sinner y The Ripper marcaron la tónica de lo que sería la presentación: un paseo patrimonial por el universo creativo de Judas Priest.

En la última, ficticias notas de prensa y escenas del Londres decimonónico de Jack, El Destripador agitaron a la audiencia, que terminó bailando y moviendo cabezas y guitarras aéreas por inercia.

Desert Plains, con áridas imágenes de soporte, y la adrenalínica Turbo Lover regalaron las postales de fervor, y también su cover de Fleetwood Mac, The Green Manalishi (With the Two Prong Crown). La “canción mosh” fue Freewheel Burning, y You’ve Got Another Thing Comin’ el guiño al “acero británico”. Luego, entró Rob en motocicleta para entonar las últimas notas.

El ocaso fue la tracción de un motor bullante: el fin de la primera parte se llamó Painkiller (himno), seguida de un bis para enmarcar: Electric Eye (con un satélite en forma de ojo vigilando desde las espaldas de Halford), el hit Breaking the Law (donde el vocalista demostró que sus agudos siguen filosos y a prueba de revisión técnica), y Living After Midnight, una de sus canciones más pop y bailables, que anoche convirtió el Movistar Arena, por minutos, en una discoteque metalera, festiva y violenta.