Por Jimena Colombo

A Thierry Defert, más conocido como ‘Loro Coirón’ por su gusto por la ‘conversa’ y sus abundantes cejas, Valparaíso lo estremeció tanto a su arribo, que cuando en 1995 recaló en sus costas tiró el ancla en las profundidades del Pacífico para quedarse allí hasta el final de sus días. “Voy a morir en este puerto”, promete solemne al lugar que lo adoptó y que lo convirtió en el primer francés ‘Ciudadano Ilustre’, gracias a su legado. Reconocido dibujante, grabador y cronista, el Loro sostiene que cada persona  tiene un lugar en el mundo y el suyo es Valparaíso. Por eso, le ha dedicado toda su obra a los personajes populares de Valpo, desde el choro porteño hasta los perros que vagabundean por el plan, porque ellos son el alma del puerto y de una ciudad -que a su llegada- era ‘la vergüenza de Chile’.

Porteño de corazón

El artista galo realmente se enamoró de la ‘Joya del Pacífico’. Su mirada se llena de alegría y su hablar se vuelve emoción cuando describe los mundos porteños que traza. Así es como cada mañana su rutina comienza retratando con cariño algún episodio de Valparaíso. Dice que en ese proceso captura ‘momentos’, para luego transformar esa crónica gráfica en grabados que dedica a los porteños más humildes. Sus personajes favoritos son los barrenderos, repite una y otra vez. “Nadie los mira y yo veo en ellos la melancolía. Por eso les dedico toda mi obra”, expresa con afecto. Coirón tiene un catálogo de postales y posters que narran cómo es el día a día en el puerto, obras que lo han convertido en un artista muy querido en el puerto y en Chile.

Serigrafía de Loro Coirón
Facebook.com/LoroCoiron

Defert es un aficionado del puerto y de dedicarse cada domingo a ver a las familias caminando por el muelle Prat. Para él, la estructura misma de Valparaíso es la que hace único en el mundo a este puerto. Cada vez que habla del lugar mueve sus manos como dibujando en el aire, como trazando de memoria la irrepetible geografía porteña, mientras señala que gracias a los cerros, la gente puede ver a los barcos y todo el movimiento en la bahía desde un palco privilegiado.

Pero, ¿qué llevó a este hombre dedicar su vida y obra a Valparaíso? Defert tiene un semblante alegre y satisfecho cuando habla de su amor humilde y sincero por el puerto chileno. Reflexiona sobre la ciudad que eligió como su última morada y declara que esa razón es tan simple como que ama el ritmo y el desorden de Valparaíso, la nostalgia que se mezcla con la actividad portuaria y la brisa marina, pero, por sobre todo, su gente. “Tú amas a una persona por su movimiento, no por su carne. Yo creo que sucede lo mismo con los lugares”, explica filosofando con los ojos brillantes. Aunque asume que hoy la ciudad no es la misma que conoció en su arribo, reitera su promesa de serle fiel a los cerros y al mar que lo acogieron.

Valpo ha cambiado, pero tengo que ser leal y estar ahí hasta la muerte, porque es una disciplina intelectual de vida que no puedo abandonar”, asegura. El artista recuerda que a su llegada, Valparaíso era una ciudad olvidada, ‘la vergüenza de Chile’. En esos años  la gente sólo hablaba de Viña del Mar y para él, en cambio, Valparaíso fue una revelación: “me gusta la melancolía y empaticé con esta ciudad melancólica”, confiesa. El Loro coirón es modesto. Se define como ‘sólo un dibujante’ y ni comparado con el gran Carlos Hermosilla, el grabador popular que él tanto admira.

Serigrafía de Loro Coirón
Facebook.com/LoroCoiron

No obstante, sabe que su obra y sus postales trascienden, porque narran aquellos momentos que él selecciona con el más importante de sus criterios: el ritmo popular de la cotidianeidad. De hecho, al reverso de sus postales, siempre están presentes alguna de las expresiones populares que hacen eco en las calles de su Valparaíso amado y que están incrustadas en el habla popular chileno: ‘filete’ y ‘querido’ y ‘querida’ son sus favoritas, aunque también le hacen gracia el ‘huevón’ y el ‘chaito’. En el otro extremo, hay dos expresiones criollas que no le gustan para nada: una es “cachai” -que no sabe por qué fonéticamente no la tolera-, y la otra es el Congreso de Valparaíso como estructura arquitectónica. “Parece como de Mad Max, es extraño…”, dice entre risas.

Creo que Valparaíso “es la única ciudad del mundo que puede pretender ser la capital mundial de los marineros”, afirma seguro y ríe al recordar que al comienzo de sus días en la ciudad siempre le preguntaban cómo era posible que le gustara la pobreza del lugar y cómo podía querer vivir en ‘ese’ puerto. Él no entendía tanto cuestionamiento respecto al ‘puerto principal’ y su respuesta a esas interrogantes estuvo y sigue estando en la naturaleza recóndita de los porteños. Enfatiza que si fuera a vivir a Las Condes no encontraría con quién hablar en la calle. “20 horas de avión para estar solo, ¡¿qué gracia tiene eso?!”, se pregunta en voz alta y en defensa del puerto de sus amores.

El grabador asegura que el elemento que distingue a Valparaíso del resto de los puertos del mundo es ‘el incesante carnaval’ y explica que a través de esta manifestación popular, “la gente está valorizando su existencia en sus barrios”. Al Loro le gustan todos los carnavales, pero destaca  el de la foto y el de la fiesta de San Pedro y San Pablo de los pescadores.

Las postales de un puerto

Cuidadoso con los detalles, el Loro refleja exitosamente el alma del puerto enalteciendo el quehacer popular. Rayados en las paredes, camisetas de fútbol, cuerpos y expresiones de la gente, animales callejeros y una geografía accidentada única protagonizan estas crónicas dibujadas con paciencia y dedicación por el francés, dando cuenta de una ciudad multifacética y en constante movimiento.

Serigrafía de Loro Coirón
http://artistasplopgaleria.blogspot.cl/

Encantadoras mujeres con pronunciadas curvas, amadas camisetas de Wanderers, gatos sabios y perros sagaces, viejas carretas, ascensores mágicos, escaleras infinitas, niños, pescadores, ferias y todos los típicos personajes y elementos que constituyen ese Valparaíso que se extiende entre cerros y mar, son capturadas en la reconocida obra del Loro. La mayoría, son en blanco y negro, otras en sepia, algunas en color e incluso con los fuegos artificiales de año nuevo reventando en el cielo de la bahía.

Son casi 250 postales las que están  haciendo de su arte, un elemento vivo en circulación. El dibujante defiende ese formato porque así, su obra sobre la gente sencilla podrá ser apreciada por sus mismos protagonistas. Piensa que si en cambio, sólo expusiera en las galerías, sería un agravio a las y los porteños eternizados en sus trazos. “Por algún motivo las postales no son desechadas y sobreviven como un besito o un cariñito. No mueren nunca…”, expresa el grabador francés.

Serigrafía de Loro Coirón
Facebook.com/LoroCoiron

La sempiterna Iglesia de la Matriz, el puerto mismo, los grandes barcos, las oscuras tanguerías donde las parejas bailan apasionadas en un abrazo enredado, son coronadas con una frase del artista, que emergió desde la melancolía que impregna toda su obra: “Como si la vida fuera a durar para siempre”. Esa etérea nostalgia hace juego con el manto de añoranza que cubre a Valparaíso e invita a ese inexorable gusto por la ruina y el abandono.

Las exposiciones de su obra las gestiona él mismo, aunque también hay quienes lo buscan directamente para llenar de arte porteño otros espacios. Defert tiene un grabado en el Congreso Nacional y otro en la Biblioteca Nacional, que está colgado justo frente a un cuadro de Simón Bolívar. Actualmente, está concentrado en dibujar algunos sectores de Santiago y ya tiene un grabado de un ‘momento’, captado afuera del Museo Nacional de Bellas Artes, otro en el MAC y en diversas esquinas del mismo barrio, donde los protagonistas son un par de malabaristas que se ganan la vida en el semáforo de José Miguel de la Barra. Retratos siempre elaborados a través de un prisma que captura a la gente de a pie, con respeto, desde y para ellos.

Defert ama vivir en Chile y, como artista conectado con la realidad y la contingencia, se toma el tiempo para abordar la actual efervescencia social y manifestaciones ciudadanas. Asegura que nunca vio una necesidad de cambio profundo como la ahora y se muestra esperanzado en que las nuevas generaciones que tendrán el poder sabrán encauzar sus sueños con la realidad. Al respecto, opina que en 1968 el movimiento social estuvo guiado por el  ‘parecer’ y hoy lo que prima es el ‘ser’.

Serigrafía de Loro Coirón
facebook.com/LoroCoiron

Volviendo a su propio universo, se declara feliz con ‘ver la carita de un niño en los brazos de su madre en la feria del sábado’ y un ferviente admirador de la inteligencia humana, pero de aquella que valoriza al otro y no la que existe para competir con el prójimo. Por eso es que sus postales son protagonizadas por esos rostros humildes, por porteños anónimos que han sido su inspiración desde que fondeó sus herramientas de grabador en su taller porteño. ¿Qué sueña para Valparaíso y su gente el Loro Coirón? Que esas personas a pie que tanto lo inspiran tengan en sus vidas la trilogía esencial que este francés enamorado de Valparaíso defiende y atesora con mirada generosa: “tiempo, un buen sistema de salud y comida”.

Sobre esto, todas las dimensiones de Defert –el artista, el viajero, el ciudadano de una Patria que ama como propia y el porteño enamorado– es tajante en cuanto al rol que debiera cumplir el Estado: “Vengo de una cultura donde el más fuerte apoya al más débil. Es una cultura de educación y salud gratuita. Cuando yo pago impuestos soy feliz, porque significa que gano plata y voy a ayudar a quien no la tiene. No me molesta pagar impuestos, todo lo contrario, me hace feliz”, asegura con una amplia y cándida sonrisa, la sonrisa de un grabador que conoce y aprecia a todas y cada una de las almas que retrata y eterniza en sus obras.