El libro, un texto anónimo escrito e mediados de los 80, fue publicado recién en el 2019. Su mayor aporte es la mirada desde adentro, realizada por un delincuente habitual, con larga experiencia, en la antigua Cárcel Pública. Ahí donde Cristián Boza hizo dos torres y una rehabilitación horrorosas. Frente a la PDI y, por el norte, al río Mapocho.

Historia de un escrito

El escritor Bruno Serrano pone en contexto El diario del Lechuza. Él estaba haciendo talleres literarios en cárceles, a fines de los 80. Un día, cuando salía de una hora de visitas, una mujer lo alcanza y le entrega un manuscrito.

Ella le explica, rápido y en voz baja (eran tiempos de otros miedos y desconfianzas), que un preso, muy maltrecho por las represalias de los gendarmes, había escrito ese texto. Josef o El Lechuza se enteró que hacía talleres literarios. Y quiso hacerle llegar su testimonio para “ver si podía hacer algo con ellos”.

Más de treinta años después, Bruno Serrano publica este texto de unas 70 páginas, con la Editorial Fértil Provincia.

Ex Cárcel Pública de Santiago y tribunales.
https://memoriaviva.com/

Tradición carcelaria

En Chile hay varios autores surgidos del mundo policial, delictual y presidiario. Como el “tira” René Vergara (1916-1981), autor de Un soldado para Lucifer y Taxi… para el insomnio, en-tre otros. El “paco” Luis Rivano (1932-2016), que escribió cuentos, novelas y obras de tea-tro, entre ellos El rucio de los cuchillos y ¿Dónde estará la Jeannette?. Otro excarabinero fue Armando Méndez Carrasco (1915-1984), autor de Chicago chico, El mundo herido, La mierda (que tuvo siete ediciones en 1972) y Reflexiones de Juan Firula. Luego de que cuatro de sus novelas fueran censuradas por la dictadura, se fue a vivir a Los Ángeles, Estados Unidos.

Por otro lado, un punto a destacar es Cárcel de mujeres (1956), de María Carolina Geel (1913-1996), una referencia en la literatura testimonial. Más, cuando lo hace una mujer de “clase acomodada”.

Además, entre tantos, está Alfredo Gómez Morel (1917-1984), quien partió siendo un niño en situación de calle hasta llegar a ser un delincuente internacional. Su trilogía El río, la ciudad y El mundo son referencia de este tipo de literatura autobiográfica.

A la larga lista, se debe agregar todo un capítulo destinado a los libros escritos por presos políticos. Esencial, Tejas Verdes. Diario de un campo de concentración en Chile (1974), libro testimonial de Hernán Valdés (1934-2023).

El diario del Lechuza

El diario del Lechuza. Relato de vida de un preso común tiene el valor de ser un testimonio directo. Un texto que muestra una mirada desde adentro de la cárcel. Que humaniza al autor.

En brevísimos capítulos va relatando distintos aspectos, áreas y vivencias dentro del penal. Por ejemplo, Calle 1. Uniformados, destinada exclusivamente para exuniformados o detectives.

Así, El Lechuza escribe sobre los presos más peligrosos, violadores, los que tienen dinero, los que pueden pagar menos y el resto de población penal. De los gendarmes, esos que están tras las rejas por culpa de los presos, y sus excesos y brutalidades.

Con sus virtudes, algunos problemas de redacción y algunos lugares comunes, El diario del Lechuza invita a mirar este mundo más allá de caricaturas y estigmatizaciones. El libro no deja de ser un llamado -desesperado a ratos- por ayuda, de apoyo para un ser abandonado que reconoce faltas y errores. Un llamado que tiene valor en sí, aunque., posiblemente, sea tardío para su autor.

Editorial Fértil Provincia

El diario del Lechuza

Relato de vida de un preso común
Anónimo (Josef o El Lechuza
)
Editorial Fértil Provincia
Julio de 2019, Valdivia, Chile