Antonio Becerro realiza nueva video performance en el centro de Santiago en plena cuarentana por la pandemia del Covid 19.

Por Pablo Asenjo

El artista visual asumió el reto de recrear una acción de arte realizada por Alejandro Jodoroswky en los años (1948-1949).

La invitación la realizó Terremoto La Postal, programa expositivo ubicado en el centro de la Ciudad de México que fomenta la difusión de proyectos de investigación archivística dentro del campo artístico a través de exhibiciones públicas dedicados al pensamiento crítico en torno al arte contemporáneo en Las Américas.

En esta oportunidad la Postal es una provocación para repensar cómo mantener un diálogo activo considerando las problemáticas y limitaciones del presente pandémico. Para esta edición de Terremoto – La Postal se eligieron cinco performances de artistas latinoamericanos. Los artistas elegidos son Raphael Montañez Ortiz, Yvonne von Mollendorff, Alejandro Jodorowsky, Alberto Greco y Lygia Clark.

Luego se eligieron artistas para recrear las performances originales y se les enviaron las instrucciones sobre cómo llevar a cabo cada una de estas reconstrucciones en las ciudades donde se realizaron originalmente.

Antonio Becerro fue invitado a recrear la acción de Alejandro Jodorowsky Efímeros de Taller (1948-1949) de Alejandro Jodorowsky y Enrique Lihn.

Antonio Becerro, en colaboración con Perrera Arte, Santiago, Chile, a realizarse 1 de julio de 2021 20:00hrs. En Chile y se trasmitirá vía instagram Tv, TERREMOTO-MX

“Oie sete están cayendo las monedas”, Perrera Arte (c)

¿Conocías las acciones efímeras de Jodorowsky?

Si, por cultura general y por encima, como dato poetico, pero nunca en profundidad. Sabia de las acciones de Lhin, Nicanor Parra y Jodorowsky. Es un poco difusa esa información, no sé si hay documentos, fotografías, videos, registros específicos. Eso se debe a la época y su tecnología y al poco interés que siempre existe para el arte contemporáneo o vanguardista que se adelanta a los tiempos y es absolutamente incomprendido y hasta anulado. Más bien a mi esas acciones me llegaron oralmente, en conversaciones de bares clandestinos, casi como un chisme universitario en la época de las barricadas en la dictadura de Pinochet en los años 80.

¿Por qué te interesó la invitación a reinterpretar estas acciones efímeras y porqué en el centro de Santiago?

Es importante hacerlo, ocupar el centro de Santiago histórico como locación y territorio en disputa constante. En contadas ocasiones vi performance muy genuinas e interesantes, espontáneas, sin la categoría de criptica y crítica que tiene la performance como rito en el entorno del arte contemporáneo.

Los productores de TERREMETO me propusieron que la persona que hiciera la performance no fuera artista. Eso me cautivo y me hizo eco con mi experiencia de observar y a veces seguir a estas personas anónimas con sus performance eternas y cotidianas en la militancia del día a día en el centro de la capital.

La performance la diseñé con un recorrido que se inició en Ahumada 48. Para los que no saben, ahí está el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. O más bien, el lugar que representa para los artistas la caja prestamista de plata para sus proyectos, una espacie de casa de empeño. El recorrido se fue improvisando y alterando en la medida de las reacciones de la gente, sin caer en la representación o una actuación. Siempre con un ojo arriba y otro abajo. Cuidando la idea original del video que es constatar el estado de las cosas, el momento, sus tiempos y sus soledades tan desoladas con sus personajes.

Este video performance, que lleva por nombre “Oie sete están cayendo las monedas”, como acción, no captura del todo lo que realmente ocurrió. Puesto que siempre hay una fuga de la realidad. Algo se pierde al tratar de atrapar el momento y su realismo.

¿Cuál es la idea que representa una vieja caja de galletas rota botando monedas?

Se me vino esa imagen cuando Andrés me propuso la idea. La caja de galletas Mckay llevaba siempre una frase asociada: “más ricas no hay”. La publicidad de la tv era muy entretenida. Recuerdo a familias completas deseando tener esa caja inalcanzable para que los niños pudieran saborear sus galletas. Esa caja representa para muchos un imaginario inocente del ayer, pero también es un deseo por el consumo disfrazado hogar feliz, la familia intachable de Chile.

“Oie sete están cayendo las monedas”, Perrera Arte (c)

¿De qué trata el video, a qué alude más allá de recrear la acción?

De la impostura de las autoridades, de lo que se trata de esconder o simular frente a esta crisis que se piensa pasajera y a que estas cosas no ocurren en Chile, el país de las maravillas, con su capitalismo tan particular y neoliberal. Todas las capitales tienen la misma ostentación y la misma miseria, sobre todo en América latina. En Santiago Centro se transa el dinero, está la bolsa de comercio, La Moneda. Tiene que ver con la tasación y la ficción del dinero. Con la plata como cuerpo deseoso del chileno.

¿Cuáles fueron las dificultades de realizar esta acción en el espacio urbano en pandemia?

La producción de “Oie sete están cayendo las monedas” es un ejercicio de obra compartida, grabada con un celular en el modo video a pedido (por del colectivo TERREMOTO). Eso puido ser una dificultad, puesto que no acostumbro a realizar o a hacer obras a pedido. Pero la sencillez de este video jugó a favor. Eso me cautivó, un equipo compuesto solo por tres personas: Cristián Meza Aedo, el performance, que es constructor, en colaboración con Allyson Gamonal y Centro Experimental Perrera Arte, y el editor, Antonio Sierra.

Te caracterizas por decir que no citas a nadie salvo a ti mismo ¿Qué es lo novedoso de recrear esta acción?

Recibí las instrucciones de parte de la producción y atendí a ellas. Hubo varios pies forzados, pero conocidos de algún modo para mí. Ellos hicieron que esta producción, de bajo rcosto, me encantara y me adaptara a este formato. Eso hizo que efectivamente me cite a mí mismo, más allá de la caricatura del artista con mi interpretación de la vida, su belleza y sus miserias.

“Oie sete están cayendo las monedas”, Perrera Arte (c)

En una entrevista reciente dijiste “que el dinero había perdido su correlato”. ¿Esta acción tiene algo que ver con esa afirmación?

Las chauchas que uno junta o que nos dan las autoridades en caso de emergencia son una prueba evidente de que el dinero ha perdido todo su relato, su poder y su obstinación que es acumular.

El despilfarro, el robo, el cinismo del ser humano está más que nunca en el dinero, y su violencia en las monedas, como se dice en la calle. La violencia es terrible, sin duda. Pero más allá de nuestra consternación, la violencia va de la mano con el dinero, es un motor económico y de crecimiento de nuestra maravillosa sociedad. La violencia genera puestos de trabajo y empleos legales, garantiza buenas pensiones, entrega recursos a causas humanitarias, da fondos a las ONG que velan por la naturaleza, los animales y el agua. Entusiasma a votantes felices, a policías armados.

¿Cuánto creen ustedes que genera de ganancias la venta de armas y servicios militares en el mundo? Algunos hablan de 4.200 millones de dólares al año, sin incluir China. Y solo del comercio legal, ¿Cuánto creen ustedes que genera la venta de libros a nivel mundial? No es divertido saberlo. Me parece tan absurdo. Se transportan productos de alta tecnología usando las técnicas más avanzadas con el fin de satisfacer nuestros instintos más primitivos. Sin embargo la humanidad se ha puesto en marcha, hemos surcado los mares, diseccionado el átomo, conquistado el universo para mirarnos en el espejo y ver reflejado al hombre de la edad de piedra.

Antes se disfrutaba la vida con cosas sencillas, que se necesitaban para ser felices. Hoy la gente reclama otros productos y los finmombrones (poderosos) responde al llamado de la gente ingenua y borrega que ya no quiere disfrutar, amar y seguir viviendo. En su lugar prefieren matar, odiar, ser asesinados por dinero y esto es a escala mundial porque el negocio cruza fronteras, no sabe de nacionalidades, idiomas y religiones, porque el dinero se puede tocar. Ya no se puede vender la fe como el mejor negocio, porque a Dios no se le puede alcanzar y tocar. La gente quiere tener mucha plata y codearse con los poderosos con los que aparecer en la televisión.

A lo prohibido se le puede sacar un beneficio mayor. Cuando alguien no puede obtener algo legalmente, el precio aumenta y eso no se negocia. Lo que sí es seguro, es que se puede sacar dinero a costa de lo que sea, hasta del dolor humano más miserable. Es cosa de la demanda y la oferta. Finalmente, alguien está disfrutando de todos estos servicios. Ya no solo se trata de satisfacer el deseo, sino de la conquista de la corrupción a manos del dinero.

Pues si, absolutamente cierto, el dinero perdió su relato ”igual felicidad”. Esto es literal, imagina que se está botando plata sin sentido.

“Oie sete están cayendo las monedas”, Perrera Arte (c)