El perfil performático recorre “Coronación”, cinta de Ai Weiwei, director, uno de los artistas más reconocidos a nivel mundial en la actualidad y activista antigubernamental que recoge testimonios sobre el encierro masivo, decretado por la pandemia, y que se grabó durante dos meses en Wuhan, la primera ciudad del mundo atacada por el virus.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

La producción no sólo capta cómo la población vivió-sufrió el Covid 19. Las imágenes entregan también una visión sobre la disciplina social de sus habitantes y la estricta y vigorosa maquinaria que desplegó el gobierno para derrotar al virus.

Una estrategia que la cinta critica como una “respuesta militarizada brutalmente eficiente” por parte del Estado, siempre a través de las imágenes y algunas inserciones informativas.

En casi dos horas, síntesis de más de 500 grabadas, “Coronación” aporta testimonios sobre el confinamiento pandémico, agregando subtítulos en español que permiten seguir el relato y su sentido.

Los protagonistas, casi todos anónimos, son familiares, pacientes, técnicos y profesionales de la salud, y otros trabajadores, grabados por gente común -dicen en la producción- y monitoreados por el director desde Inglaterra, base del guión final que Weiwei organizó.

Como director y productor, Ai Weiwei es conocido por abordar en sus documentales temáticas sobre derechos humanos y libertad de expresión, entre otras materias, utilizando medios tan variados como instalaciones, fotografía y videos.

“Vivos” (2019), “Human Flow” (2017), “So Sorry” (2012) y “Disturbing the Peace” (2009) son algunas de sus obras premiadas.

Dos lecturas

Un aire dolido, sencillo e impactante adquieren las imágenes de “Coronación”, en general, reacciones espontáneas, captadas en su cotidianeidad, más bien tranquilas, incluso, en momentos de mucha molestia y dolor.

A través de un dron llegan las primeras imágenes de Wuhan, ubicada en China central, lo que permite que el espectador se introduzca a la enorme y moderna ciudad de más de 11 millones de habitantes.

Poco después llega la realidad emotiva y aplastante, a través de cámaras que buscan describir: “Adiós, mamá” dice un hombre, a la distancia, en dirección a una camilla que un funcionario desplaza con una persona fallecida por Covid 19. Cuadro duro y soledad.

Coronación (c)

Algo similar se sugiere cuando familiares hacen fila, previo a recibir las cenizas de sus familiares: un trámite que subraya la fría formalidad de meter la bolsa blanca con las cenizas en una urna funeraria, envuelta en llamativo paño rojo.

En este registro audiovisual performático también destaca el heroísmo diario, sencillo y efectivo del personal de la salud, a menudo, asociado con la alta tecnología hospitalaria y laboratorios robóticos que se van mostrando en el recorrido por algunas instalaciones.

Estas y otras escenas aluden a las dos lecturas que recorren el documental: esfuerzo humano colectivo que asoma con naturalidad e imposible de omitir versus críticas a partir de alguna insuficiencia en la estrategia sanitaria local y, con cierta sutileza, al rasgo colectivo y disciplinado de esa conducta social.

Por eso destaca la paciencia del trabajador que intervino en la construcción de un hospital y que no pudo regresar a su hogar hasta que se abrió nuevamente la ciudad, semanas después.

En tanto, a los reclamos por muertes que se habrían podido evitar, contra la demora de algunos trámites o por cierta escasez de pertrechos sanitarios se suma una crítica política: el eventual ocultamiento de información sobre la pandemia por parte del gobierno, datos que buscan construir una realidad discordante, asociada a las limitaciones de la libertad de expresión en China.

Coronación (c)

Sin embargo, el documental también presenta en una de las escenas más extensas, a una abuela ex dirigente sindical y militante del PC de China, que sostiene una lúcida lucha dialéctica contra las críticas al sistema político de su país.

Un contraste que surge como una de las cualidades y características más interesantes de un documental que acerca al público chileno el alma insondable de la China contemporánea.

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25 al 28 de marzo. Acceso gratuito previa inscripción en esta web.