Según la tradición, el unicornio es un mitológico, fabuloso, hermoso y delicado caballo blanco con patas de antílope, ojos y barba de chivo y, lo más distintivo, un cuerno en la frente, corto o largo, según diversas ilustraciones.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

No es la única forma de representación de este ser, cuya leyenda es atribuida tanto a la cultura griega, tailandesa, vikinga e italiana, un animal considerado muy fuerte en la época medieval.

Nada de esto se advierte en la opción de la performer cubana Martica Minipunto: la cabeza de plástico o goma que se calza sobre sus hombros -asumiendo ser el último unicornio- parece la de un caballo desbocado y/o asustado, tal vez porque nada idílico ni festivo quiere reflejar.

La propuesta, que se exhibe por internet, llega a Chile autodefinido como “un trabajo experimental, que toma la figura de este animal mítico como pretexto para una `conferencia performativa´ que explora las relaciones entre la biografía, el poder y la libertad”.

No soy un unicornio, Santiago a Mil (c)

Vida cotidiana

Las imágenes de este video tienen dos respaldos destacados: una voz en off pulcramente crítica sobre diversas vivencias y conflictos personales y sociales del ser humano; y la ciudad en plenitud con los habitantes en actividades cotidianas, mientras la autora e intérprete recorre algunas calles de La Habana Vieja.

La descarga de cajas de un camión, un cerdo asado a la venta, puestos de comida (audio de caballos en carrera, voces de una película, otras que hablan de bosques y unicornios), fiesta en la calle, caderas que se mueven, pozas de agua estancada, edificios derruidos…

“Cuerpo cuerno soy yo en una ciudad vencida, enfrentando al toro rojo” dice la voz en off, como crítica al comportamiento insensible de la gente; también se habla de un lugar “dónde está prohibido el deseo”.

Intentar conectarse con la multitud, tratar de rastrear el origen de las conductas en el espacio público y poner en tensión el nivel de conciencia en la respuesta masiva, y ver cómo se reacciona frente a la máscara unicórnica que utiliza, se perfila como otra de las motivaciones de la creadora.

No soy un unicornio, Santiago a Mil (c)

Variedad de recursos

Para esto el video, además de utilizar textos poéticos dichos con fruición, se agregan escritos-consignas en papel, junto con mostrar una diversidad de situaciones, juegos de azar explotando a un hámsters (¿apuestas en busca de una esperanza?), y una multitud de sonoridades concentradas o dispersas.

Uno de los momentos más destacados, en función de buscar respuestas en el espacio público, ocurre cuando la performer se tiende de espalda sobre una banca y niños y adultos curiosos se acercan para reírse y jugar con partes de la cabeza del unicornio.

El cuerno es el elemento más llamativo, extravagante e incomprensible para una cultura que, en general, se mueve con certezas, un elemento que al ser incrustado o amputado se transforma en metáfora para cuestionar conductas represivas y apostar por una ética sin censura y necesaria en épocas de cambio.

Al mismo tiempo, en un sentido perturbador, se agrega a la idea del unicornio la del toro rojo y alusiones como “prometí no hablar no bailar no amar no cuestionar las políticas”, entremezcladas con “me han llevado en cautiverio a una feria de objetos perdidos de la Revolución Cubana”.

Este teñido se acentúa si estas afirmaciones se hacen frente a una vitrina con maniquíes inertes, lo que por su formato indirecto podría ser interpretado también como alusivo a las áreas no resueltas de la sociedad cubana, más que una crítica frontal al Estado revolucionario, toda vez que la relación entre biografía, poder y libertad está en la base de la performance.

Una propuesta que encaja con una convicción del mundo feminista al afirmar algo así: “Me vine a la comuna con mis hermanas, exhaustas del mundo que los hombres esculpieron con el ego. Nos inventamos un refugio que esconde los refugios” de las unicornias.

Cambiar la mente, trepanar los cráneos para inyectar oxígeno creador y creativo parecen querer representar dos grandes primeros planos en dos momentos claves de la propuesta.

Cuando la perfomer sopla para dar vida a la cabeza del unicornio y, después, en el instante en que, con desesperación, utiliza un bombín contra su frente tratando de insuflar aire fresco en su propia cabeza.

Una propuesta con imágenes valiosas e interesantes que, sin embargo, no alcanzan a captar toda la dignidad de un pueblo que ha sobrevivido pese al acoso exterior y los errores propios.

No soy un unicornio, Santiago a Mil (c)

“No soy un unicornio” (Cuba)
Autora e Intérprete: Martha Hernández (Martica Minipunto)
Audiovisuales: Joanna Montero
Diseño de vestuario: Celia Ledón
Coproductores y/o patrocinadores: Laboratorio Escénico de Experimentación Social, Real Embajada de Noruega.

Teatroamil.tv. Hasta el 24 de enero. Acceso y horario libres.