Había llegado hace apenas tres meses a su hogar cuando se produjo el primer pulso eruptivo del volcán Calbuco. Muchos habitantes de Ensenada, en la región de Los Lagos, se vieron obligados a abandonar sus hogares, pero un perro en particular se quedó protegiendo su vivienda.
Fue precisamente cerca de ésta donde lo encontró un grupo militares pertenecientes al regimiento Sangra de Puerto Varas, quienes concurrieron a la localidad para colaborar con la emergencia. Tras alimentarlo, jugar con él y finalmente adoptarlo, el can fue bautizado como “Ceniza” producto de la abundante presencia de ésta en todo el territorio aledaño al Calbuco tras la erupción y por las manchas en su pelaje.
Su historia fue ampliamente difundida a través de redes sociales, ya que no sólo fue considerado como un buen amigo de los soldados, sino que se transformó en un combatiente más.
“Él hizo el servicio militar en este caso porque aprendió varias cosas que le enseñó un instructor, el señor Carlos Krause”, relata su dueña, Elda Silva Soto.
“Él se quedó aquí en la casa. Es un perro muy cariñoso, le gusta que le den comidita, así que ahí se fue con estos chicos que son militares”, agregó la mujer.
El verdadero nombre de Ceniza
A un año del primer pulso eruptivo, ocurrido el 22 de abril del 2015, un equipo de Radio Bío Bío viajó hasta la zona afectada para conocer el panorama actual de la localidad. Fue allí donde se encontraron con él.
De ojos cafés y pelaje oscuro, Rambo, más conocido como “Ceniza”, regresó a su verdadero hogar.
Luego de permanecer cerca de 4 meses al cuidado de un militar, el perrito fue reclamado por su legítima familia, por lo que fue inmediatamente devuelto a ésta.
“Mi hijo habló con el señor Krause y él se comprometió a devolverlo después de 4 meses”, explica Elda Silva. Junto con ello agrega que “Rambo es su verdadero nombre porque él en la noche no se ve. Uno puede pasar al lado de él y no se ve por su color de pelaje”, asegura.
Amistad militar a toda prueba
Carlos Krause López, cabo primero del regimiento Sangra de Puerto Varas, conoció a “Ceniza” en un momento muy especial. Pese a que el temor rondaba en Ensenada por lo ocurrido con el volcán, su historia con este particular perrito lo marcó de por vida.
“Todos los días encontrábamos distintos perritos que andaban a la orilla del camino buscando alimento, entonces todos los días les dábamos comida. Con el Ceniza fue distinto porque era como más cercano a nosotros. Ya nos conocía, se iba corriendo y empezaba a saltar y jugar. Habíamos creado ya un lazo”, relata el integrante del Ejército quien se mantuvo durante meses trabajando en la zona.
Como si hubiese sido ayer, el cabo recuerda el instante exacto en que se unieron. “Un día iba en el camión conduciendo y se acerca el Ceniza pero por otra vía. En ese momento justo venía un camión de los que acarrean ripio, pero no se percató de la presencia del animal. No alcanzó a frenar y pasó de largo, por lo que el Ceniza quedó al medio. Ante ello detuvimos la máquina para ver las condiciones en las que estaba. Éste nos reconoció, por lo que inmediatamente se puso de pie y comenzó a saltar. Ante eso tomamos la decisión de subirlo al camión para que no corriera más riesgo, nos acompañe y así empezar a buscar al dueño”, recuerda Krause.
Ya se había transformado en uno más de los soldados, ya que incluso participaba junto a ellos en el mismo régimen.
Durante aproximadamente 4 meses el cabo primero lo mantuvo en su hogar, periodo de tiempo que bastó para crear fuertes lazos con el animal. Tras encontrar a su verdadero dueño y entregarlo, la amistad entre ambos no cambió. Cada cierto tiempo Carlos Krause y su familia llegan a Ensenada para visitar al Ceniza.
Historia que refleja el apego y compañerismo entre un hombre y un particular perro, o más bien, entre soldados, ya que si bien ambos tenían tareas distintas, una catástrofe como la vivida en Ensenada los unió para siempre.