Turquía anunció el jueves que su artillería atacó “casi 500 posiciones” del grupo Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, en represalia al atentado suicida atribuido a la organización yihadista que causó el martes la muerte de 10 turistas alemanes en Estambul.

“Tras el cobarde atentado de Estambul, nuestras fuerzas armadas atacaron mediante disparos de tanques y de artillería cerca de 500 posiciones de Dáesh en Siria e Irak” en 48 horas, declaró el primer ministro Ahmet Davutoglu ante los embajadores turcos en Ankara, afirmando que 200 yihadistas murieron en esos ataques.

El jefe de gobierno realizó este anuncio, en momentos en que el frente kurdo volvía a pasar al primer plano, al morir seis personas y resultar heridas 39 más el jueves en Cinar (sureste de Turquía) en un ataque contra una comisaría, atribuido por el gobierno a los rebeldes kurdos.

El ataque de Cinar tuvo lugar dos días después del atentado atribuido al grupo EI en Estambul, que mató a 10 turistas alemanes e hirió a 17 personas más en el distrito turístico de Sultanahmet, cerca de la basílica de Santa Sofía y la Mezquita Azul, dos de los lugares más visitados de la mayor ciudad de Turquía.

Turquía, considerada durante mucho tiempo complaciente con los yihadistas sirios, se adhirió en agosto pasado a la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos.

Desde el atentado que el 10 de octubre pasado causó 103 muertos cerca de la estación de ferrocarriles de Ankara, atribuido al Estado Islámico, el gobierno intensificó las redadas y detenciones en los medios yihadistas.

Davutoglu advirtió que “se castigará todo ataque contra los invitados de Turquía”.

“Lucharemos con determinación contra la organización terrorista Dáesh hasta que abandone definitivamente la frontera turca”, agregó.

“Enorme explosión”

Por otra parte, la comisaría central de la policía de Cinar, a unos 30 km de Diyarbakir, la gran ciudad del sureste de Turquía, mayoritariamente kurda, fue escenario de un atentado con coche bomba.

El ataque inicial con un coche bomba costó la vida a dos personas, indicó la oficina del gobernador de Diyarbakir.

Otras cuatro, entre ellas un bebé, fallecieron en el derrumbe de un edificio cercano, residencia del personal policial, dañado por la explosión, precisó la misma fuente.

Los muertos son todos civiles, indicó la oficina, que precisó que entre los heridos había varios policías.

La comisaría y otros inmuebles aledaños sufrieron graves daños, constató la AFP.

Tras la explosión del coche bomba, supuestos combatientes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) lanzaron un ataque con cohetes, generando la respuesta de las fuerzas de seguridad.

Los combates duraron unos cuarenta minutos, indicaron las fuentes.

“Íbamos a acostarnos cuando escuchamos una enorme explosión. Creí que era una bomba atómica“, dijo a la AFP Sitki Dinç, que vive cerca de la comisaría.

Después de dos años de alto el fuego, los combates entre fuerzas del orden turcas y el PKK se reanudaron el pasado verano boreal, haciendo pedazos las negociaciones de paz iniciadas en 2012 para poner fin a un conflicto que ha dejado más de 40.000 muertos desde 1984.

A mediados de diciembre, el ejército turco lanzó una gran ofensiva, con la intervención de tanques y helicópteros, para expulsar a los jóvenes rebeldes kurdos de las ciudades de Silopi y Cizre, donde el gobierno instauró el toque de queda, y del distrito de Sur en Diyarbakir.

Al menos 200 policías y soldados murieron en los combates en los que también perdieron la vida unos 3.000 “terroristas”, declaró a fines de diciembre el presidente islamo-conservador Recep Tayyip Erdogan.

En esos combates murieron 170 civiles, según la Asociación de Derechos Humanos (IHD) turca.

Erdogan, cuyo partido ganó las elecciones legislativas de noviembre, prometió “erradicar” al PKK y multiplicó en las últimas semanas las declaraciones incendiarias contra el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), favorable a los kurdos y acusado de “complicidad” con los rebeldes.