Durante los debates que se han dado en televisión sobre el aborto terapéutico, hemos sido testigos de cómo mujeres que han enfrentado embarazos de riesgo o inviables intercambian sus experiencias en un importante intento periodístico por demostrar que más allá del juicio de valor, existen historias humanas detrás de las estadísticas y que cada una de ellas, será contada desde la irrepetible vivencia individual.
Una mujer con un embarazo inviable tiene el derecho incuestionable de no querer ser sometida a riesgos vitales. Ella tiene el derecho absoluto de no querer vivir la experiencia traumática de una pérdida espontánea de un feto malformado quien sabe en qué condiciones y que por cierto, no podrá enterrar oficialmente, ni siquiera bautizar para quienes son católicas.