El acoso sexual callejero es cubierto por una gran amalgama de mitos: que sólo lo sufren mujeres, que es por su descuido -caminan solas de noche, visten ropa provocativa, beben alcohol- o que siempre son hombres quienes abusan, porque su libido es incontrolable. La realidad está muy lejos de eso.

El problema del acoso callejero no es de iluminación ni de espacio. Así como la delincuencia no se acaba al instalar más alumbrado público, el acoso callejero no se resuelve al poner más ropa en los cuerpos de las mujeres. El problema es social. Si no fuera así, los postes de luz efectivamente prevendrían robos y los atuendos de pies a cabeza evitarían los abusos sexuales y las violaciones.

OCAC Chile, en su misión de desmitificar y visibilizar el acoso callejero como violencia de género, realizó su segundo estudio, que refuerza una política de acción: otorgar características sociales a un tipo de violencia que se ha naturalizado y rebelarnos a que haya niñas de 12 años que deban “acostumbrarse” a vivir con sus cuerpos señalados y apuntados, porque siempre ha sido así.

Las cifras de este segundo estudio nos sorprendieron: tres de cada cuatro personas han sufrido acoso sexual callejero en Chile, en los últimos 12 meses. En el caso de las mujeres, llega al 85% y de los varones, al 55%. Estas cifras superan datos del SERNAM del año 2012, no porque el problema haya aumentado, sino porque incrementó su reconocimiento como una práctica violenta y no deseada. Según nuestro estudio, un 84% de las personas desaprueba totalmente cualquier práctica de acoso callejero. Aquí, se refleja el trabajo de OCAC Chile, que significó y visibilizó este conflicto antes silenciado.

Como investigadora, temía encontrar resistencias en los resultados de la pregunta “¿Está dispuesto/a a sancionar el acoso sexual callejero?”. Fue reconfortante encontrar la respuesta: un rotundo sí. Más del 90% de las personas sancionaría de cualquier forma todo acto de acoso sexual callejero. Estamos ante un cambio social significativo: en el país, el acoso sexual callejero es considerado nocivo y debe ser sancionado.

Urge, entonces, en primer lugar, contar con una legislación responsable que proteja y dé cuenta de que las víctimas de esta violencia son tanto mujeres como hombres, pues, si sólo se focaliza en las primeras, se deja sin resguardo legal a la mitad de la población masculina víctima de este tipo de violencia. Éste es un punto considerado por la “Ley de respeto callejero”, promovida por OCAC Chile en el Congreso.

Junto a lo anterior, que ayudará a combatir el fenómeno en lo inmediato, son necesarias políticas públicas educativas. Como mencioné antes, este problema no se soluciona ni con más ropa, ni con medios de transporte que separen a varones y mujeres en sus vagones. Lo que necesitamos es modificar las relaciones de género existentes. Queremos que el acoso sexual disminuya no por miedo a una condena, sino por un cambio social concreto. Sólo así, construiremos relaciones humanas no de respeto, sino de igualdad.

María José Guerrero
Socióloga
Equipo de Investigación OCAC Chile

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