Un diálogo entre la oposición y el gobierno venezolano que ponga fin a dos meses de sangrientas protestas callejeras, avanzaba este martes hacia su concreción bajo los buenos oficios de diplomáticos de ocho países sudamericanos que laboraban a marchas forzadas en pos de acercar posiciones.

El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, se mostró optimista de que este martes se produzca un encuentro preparatorio entre una delegación de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) y representantes del gobierno para poner fin a dos meses de protestas antigubernamentales que dejan 39 muertos y unos 600 heridos.

Es posible que “se produzca una reunión preparatoria, en la tarde o en la noche, entre los representantes del gobierno y los representantes de la MUD”, dijo Patiño a la prensa previo a un nuevo encuentro con la oposición en un hotel de Caracas.

A pregunta expresa sobre si el presidente Nicolás Maduro participaría en esa reunión, Patiño respondió que “seguramente estará ahí”, además de cancilleres de la Unasur que en su segunda visita a Venezuela realizan un trabajo de “acompañamiento” para propiciar un acercamiento.

Tras la reunión con Patiño, Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la MUD, anunció que aceptaban participar en el encuentro preparatorio, si bien no precisó fecha ni hora de cuándo se realizaría.

“Aceptamos la proposición de los cancilleres de realizar una reunión de exploraciones preparatorias a fin de convenir las condiciones para un encuentro público de diálogo”, dijo Aveledo a la prensa

Patiño precisó que “en las próximas horas” se podría dar a conocer la hora y el sitio del encuentro preparatorio en el que las partes “van a establecer los puntos de la agenda de discusión y la metodología en la que desarrollarán las conversaciones”.

El lunes, Maduro anunció que aceptaba reunirse con la oposición tras una propuesta de la Unasur, que estuvo reunida varias horas la víspera con la MUD.

La MUD había señalado que para darse un diálogo debe ser en condiciones de igualdad, transmitido en radio y televisión en cadena nacional y en presencia de una tercera parte de “buena fe”.

El testigo de buena fe que han evocado ambas partes es un representante de El Vaticano, específicamente el secretario de Estado de la santa sede y exnuncio en Venezuela, Pietro Parolin.

Maduro lanzó un diálogo nacional a finales de febrero, pero la MUD ha rechazado participar por considerar que no ofrece condiciones de igualdad.

Agenda en discusión

Como puntos de la agenda de un eventual diálogo, la MUD estableció como prioridad en un documento entregado el lunes a la Unasur la discusión de una ley de amnistía para poner en libertad a más de un centenar de detenidos y la creación de una comisión de la verdad que esclarezca los hechos violentos en las manifestaciones.

En medio de las protestas han sido detenidos dos alcaldes opositores destituidos y Leopoldo López, dirigente del partido Voluntad Popular.

La MUD también demanda el desarme de los denominados colectivos –civiles armados que según la oposición están vinculados al gobierno– bajo supervisión internacional.

Sobre las posibilidades de éxito de un posible encuentro, el politólogo José Vicente Carraquero dijo a la AFP que “la agenda de la oposición es muy cuesta arriba” porque implica que el gobierno “debería aceptar que en Venezuela hay presos políticos y que hay represión”.

“No creo que el gobierno acepte esas condiciones”, comentó el catedrático de la Universidad Simón Bolívar.

Maduro, heredero político de Hugo Chávez, ungido jefe de Estado luego de las elecciones de hace un año y que el 19 de abril cumple un año en el poder, ha dicho reiteradamente estar dispuesto a un diálogo sin condiciones previas, porque “no se le ponen condiciones al Jefe de Estado”.

Adelantó además que propondrá como prioridades para el diálogo retomar la lucha contra la criminalidad y el impulso a un plan de inversiones y desarrollo económico.

Las protestas, tachadas por Maduro de “golpe de Estado en desarrollo” y que dejan 39 muertos y unos 600 heridos, se iniciaron el 4 de febrero en rechazo a la inseguridad y se ampliaron a varias ciudades incorporando reclamos por la crisis económica, la represión de las protestas y la detención de estudiantes.

Rápidamente se sumaron sectores radicales de la oposición que impulsan la táctica llamada “La salida” y que consiste en ocupar las calles para forzar la renuncia del jefe de Estado.

Las manifestaciones han disminuido en intensidad, pero aún quedan focos de violencia en algunas localidades, principalmente en el municipio opositor de Chacao (este de Caracas), que cotidianamente es sacudido por disturbios callejeros nocturnos entre manifestantes enfrentados con piedras y bombas incendiarias a fuerzas antimotines, que responden con gases lacrimógenos.