Como salido de uno de los clásicos relatos de terror de Edgar Allan Poe, un paciente sueco interpuso una queja en contra del personal de un hospital, luego de que un médico no detectara que seguía consciente, llegando a escuchar cuando pedía a sus familiares la donación de sus órganos.

Se trata de Jimi Fritze, quien hace dos años sufrió un colapso que comenzó a paralizar su cuerpo. Debido a que se encontraba en una zona apartada de Suecia, no logró llegar con suficiente celeridad a un centro asistencial, quedando totalmente paralizado.

El entonces administrador de una tienda de abarrotes fue diagnosticado erróneamente con muerte cerebral por el médico de turno en el Hospital de la ciudad de Gotemburgo, llegando al punto de escuchar como discutía con su familia la posibilidad de donar sus órganos, pero sin poder intervenir debido a su condición.

“Escuché cuando le decía a mi novia y a mis familiares que no había esperanza para mí. No podía hacer nada más que ver y escuchar. No podía mover mi cuerpo”, narró el hombre de 43 años al diario británico The Telegraph.

“Miraron una radiografía de mi cerebro y luego le dijeron a mi novia que no estaba nada bien y que no sobreviviría. La escuché llorar todo el tiempo pero no podía decirle nada”, agregó.

Fritze contó que tras ello quedó inconsciente, hasta que volvió a recuperar el sentido justo para escuchar a los médicos discutir la donación de sus órganos.

“Querían hacerle algunas pruebas a mis riñones y mi hígado para ver si podían dárselos a alguien más. Para entonces estaba muy asustado porque pensaba que iba a morir y que sería una muerte horrorosa. Recuerdo que pensé, ¿qué sucederá si me creman? ¿llegaré a ver y sentir el fuego?”, relató.

Según explica el matutino, la familia del hombre llegó a darle el último adiós cuando los médicos les pidieron donar sus órganos. Fritze explica que el hecho de que aún no hubiera sido declarado oficialmente con muerte cerebral iba en violación de las normas sanitarias sobre la materia.

Para fortuna del atribulado paciente, un doctor con más experiencia regresó de sus vacaciones tres días después de haber sido hospitalizado, corrigiendo el diagnóstico e indicando que tenía una buena posibilidad de recuperarse.

En efecto, Fritze comenzó a recuperarse, logrando comunicarse con movimientos de cabeza después de algunos días. A dos años del incidente, ya es capaz de hablar y moverse, aunque todavía debe usar una silla de ruedas para desplazarse.

“De no haber sido por este médico, creo que me habrían confinado en la cama hasta que mi cuerpo dejara de funcionar y pudieran extraerme los órganos”, confidencia.

En marzo, Fritze presentó una queja formal ante la administración del hospital de Gotemburgo, en la esperanza de que esto no le vuelva a ocurrir a otros pacientes.

Por su parte el vocero del recinto asistencial, Stefan Sarajärvi, dijo que el recinto hospitalario realizará una investigación y le responderá formalmente a Fritze durante abril. “Tomamos todos los reclamos con la mayor seriedad y haremos todo lo que esté en nuestro poder para que esto no vuelva a suceder en el futuro”.